Nos encantaba la sensación que produce la intuición, pero no teníamos experiencia. Aun así, como si quisieran que aflorara nuestra madurez, los profesores nos hablaban como si nuestras ideas fueran importantes y, por lo tanto, nos trataban como adultos libres, capaces de tomar decisiones significativas y tomar nuestras propias decisiones sobre las cuestiones más difíciles