Roche añadía que los estadounidenses que visitaban Inglaterra, incluso en la década de los cuarenta, se sentían horrorizados por la forma en que los británicos –una de las naciones «más clasistas y con más desigualdades de Occidente»– trataban a sus criados como si fueran objetos inanimados e invisibles. Treinta años después, en medio de lo que Roche describió como «una explosión de igualitarismo» en Gran Bretaña, las antiguas esclavas del hogar, objeto de burla en incontables y olvidadas comedias de situación de los años veinte y treinta por ser vergonzosas y no hablar con propiedad, habían adquirido gran relevancia.