En el pasaje II.3.10-11, se afirma que yoga es “la firme sujeción de los sentidos”. Este estado, a su vez, está puesto en relación con la detención de la mente y de las cinco facultades del conocimiento, así como con la no agitación del entendimiento. Aquí, como es evidente, el yoga está íntimamente ligado a un estado de concentración en el que las diferentes facultades cognitivas —entre las cuales debemos contar los sentidos, la mente y el intelecto— se mantienen sin agitación. Esto traería como resultado que el yogui esté libre de perturbación. La upaniṣad también afirma que ésta es la vía suprema. Nótese que el yoga, la llamada vía suprema, y el resultado que se alcanza son caracterizados de modo negativo y desde el punto de vista de las potencias psicológicas.
Otro pasaje del tratado (I.2.12) donde se alude al yoga también explícitamente lo caracteriza en términos un tanto diferentes. Allí se hace referencia al yoga relativo al ātman y no meramente al yoga —como en el pasaje anterior— y se afirma que, mediante el acercamiento propio de este yoga, el hombre logra concebir como dios a aquel que se halla en el corazón, está oculto y es difícil de contemplar. Esto le permite al hombre, a su