Me había hecho a la idea de que esta novela era sobre algo misterioso y nada que ver, bueno, sí, sobre el misterio de la vida. Pero vaya que me encantó, sobre todo la parte final. Por fin se me hizo leer este gran clásico.
La historia de un hombre enfermo de envidia, celos y rencor contra su amigo de infancia, que cargó con su mala sangre durante tres generaciones. Tiene fantásticos argumentos filosóficos referentes al mito de Caín y Abel. Nunca me había o no recuerdo haberme topado en la literatura con un personaje masculino como Joaquín que tuviera ese grado de exaltación y que cayera en paroxismos semejantes debido a su mala sangre. A veces me resultaban hasta cómicos los diálogos entre los 2 protagonistas porque Joaquín en la menor oportunidad siempre aventaba su veneno, viejo enfermo, yo pensaba, jaja. Un hombre que nunca estaba satisfecho con el mal que le podía llegar a desear a Abel, siempre quería algo más. Y así se pasó la vida, cegado de odio sin poder ver las cosas buenas que sí le habían pasado.