Meryem El Mehdati

Una ha de ser amable siempre, sobre todo si es una chica. El coraje ahí negro bombeando en tu pecho pum pum pum no es sexy. Sé amable, sé amable, sé amable, te estoy pisando la cabeza pero sé amable, te estoy doblando el brazo por la espalda y si sigo así te lo voy a romper pero sé amable. No te enfades, ¿por qué estás enfadada? Sonríe. Imagina que alguien te pregunta cómo estás y tú le dices que mal, fatal, pero que no se preocupe, tampoco estás tan jodida, tan en la mierda; sigues siendo funcional, y no, no, gracias, pero no, no quieres su ayuda, solo quieres que te deje en paz y Deje de Mirarte Así De Esa Forma Con Esa Cara

Dentro de ti hay dos lobos. Uno aúlla que no te desanimes, eres joven, eres una persona, tienes capacidades y papeles donde pone que estudiaste mucho; otro enseña los dientes y bufa que te lo dijo, te lo dijo mil veces, ¡tendrías que haber estudiado Medicina! ¿Por qué estoy enfadada? No lo sé. Sonrío

No vas a heredar la empresa en la que estás. Te repetirás esta frase de vez en cuando porque tú eres lista pero a veces se te olvidan las cosas. Sin que te des cuenta, el olor a café y el traqueteo de la fotocopiadora te insensibilizarán los sentidos y te irás convirtiendo en una autómata. En el tiempo que seguirá habrá días en los que querrás irte porque ya no puedes más, quieres a tu mamá. Buscarás en Google formas de forzar tu despido y cuando no encuentres nada que te sirva cerrarás los ojos un momento y te taparás la cara con las manos.

El verano que cumplí nueve años (soy Cáncer, es decir, soy leal a mis amigos, muy sensible, cabezona y rencorosa) estuve tres meses tirando huevos a la azotea de la vecina de mi abuela en Casablanca.

Seré quien mi jefe quiera que sea durante el tiempo que él quiera y de la forma que él quiera. ¿Sinergias? Las busco, las creo. ¿Calls? Las organizo. ¿Estrategias transversales de creación de marcos estratégicos? Me las invento

Mi jefe, Ferrán Matiqui puedes llamarme Ferrán o Matiqui como tú prefieras se mira las manos y suspira. Pobrecillo, sufre

Soy un espejo, un agujero negro, depende del día.

—Pues es que ayer me estaba quedando dormida, ¿vale? Y de pronto tuve una epifanía y me di cuenta de que siempre termino enganchada a tíos que encuentran el amor de sus vidas justo después de dejarme a mí. —Mira su móvil, lo bloquea y lo deja encima de la mesa—. La vida no me da un respiro. No me lo da. Luego ellos me dan las gracias por haberles enseñado a querer «bien». Los muy gilipollas.

—Pues porque a las semanas comienzan a subir las típicas fotos crípticas que en realidad no son nada crípticas, con pies de foto absurdos en los que ponen, no sé, «Mi mejor medicina» o «Pequeña gran revolución» y la foto es una selfie en un espejo en la que solo se ven las playeras de dos personas.

Ese tipo de fotos están en mi top 3 de fotos favoritas de Instagram, seguida de las fotos en las que una mujer sale girada y de la mano de alguien fuera de y las fotos de pies en la playa con «Aquí, sufriendo».

El chófer de la 91 ya se sabe mi nombre de pila. No les cuento a mis padres que todas las mañanas cuando suena el despertador quiero renunciar a las prácticas. Que me siento como si se hubiese roto el hielo bajo mis pies y hubiese caído al agua congelada sin saber nadar. Hago el camino de mi casa a la parada sintiéndome esponjosa por dentro y muy querida, como si alguien me hubiese envuelto en film alveolar. Intento ser fuerte y aguantar, como ellos.