En cuanto a forzar a los niños a comer, enseña muchas cosas, ninguna de ellas útil. Si a uno le repugna lo que le fuerzan a comer, le entra miedo de la comida del plato y de la persona que se lo da. Un estudio llevado a cabo entre 140 estudiantes de universidad constató que sus aversiones alimentarias más fuertes a menudo se remontaban a un incidente de “consumo forzoso