Chiara está en la semana 14 de embarazo, de un embarazo que no va a ser fácil. Aparte de las complicaciones médicas que van surgiendo, lo que más les hace sufrir es la actitud de mucha gente, ¡incluso personas cercanas! Algunos les aconsejan que aborten —«están a tiempo», dicen—. Otros se empeñan en entender por qué les ha sucedido eso, y elucubran sobre cuestiones genéticas, tensiones psicológicas, incluso una maldición… Muy pocos logran entender la alegría que irradia el matrimonio: «¡Qué pena!, precisamente a vosotros...». Ellos, en cambio, han sabido acoger a la pequeña como lo que en realidad es: un don de Dios —¿qué pena?—.
Ya han pensado el nombre que le van a poner: Maria Grazia Letizia. María, por la Virgen; Grazia, porque es un don; Letizia, porque les ha llenado de alegría. Con la pequeña, reciben el don de una vida —un alma— a la que acompañar al Cielo. Además, descubren una verdad profunda: que hemos nacido para la eternidad, que la vida presente es un tiempo de paso... y nada más. Enrico lo resumía así: «Maria Grazia Letizia nos ha hecho abrir el corazón. Abres la puerta y entra la gracia, el amor verdadero, el sentido de la vida, la eternidad. Eso es lo que ha hecho Maria Grazia Letizia» (40). Su alegría es inmensa.