¿Cuál de mis hijas merece el primer puesto hoy? ¿En cuál recaerá el honor de estar más cerca de su querido Padre?
Su mirada se detiene en Cosima un segundo, el tiempo suficiente para darle esperanzas. Ojalá no hiciera esto.
—Cosima, puedes ocupar el segundo puesto —anuncia—. Y, Muirgen…, ¡ese rostro, ese rostro! Tú eres la ganadora, como debe ser. Colócate junto a mí, querida.