Yo vengo del pasado y este es mi mensaje de voz para ti, para tu experiencia lectora. Léelo todo de corrido con varias voces en tu mente, y las voces tienen que escucharse como si chocaran en un muro cóncavo al final de un túnel. Hacia el final, escucharás a una multitud: las voces de todas las Lucrecias que pisan la Tierra.
Un nudo en la garganta cada noche de lectura, mucha tristeza y rabia por las cosas en mi país, de la discriminación en otros, de la mamá que no supo serlo, no porque no quisiera, sino porque la sobrevivencia se impuso al amor. La insistencia de hacer y hacer para validar tu paso por este mundo, pero no, hay quienes no, quienes se cansan parar cuando no quier
Prepárate a sentirte identificada, enojada, ahogada, asfixiada... Pero a la vez libre, y con una voz potente para gritar, para decir, para no callar. Para darle voz a las que no están y ser voz de ti misma y de las que aún están. Aquí sientes de todo, desde importancia hasta alivio, desde tristeza hasta valor.
Y seguiremos luchando, por las que estuvimos, las que estamos y las que estarán: por todas.
Podría sintetizar está novela como "El flujo de consciencia de una chilanga en duelo".
La historia de esta mujer me permitió vislumbrar los alcances de la migración de latinos a otras partes del mundo. Estando en México lo más común es tener de referencia los migrantes que van a Estados Unidos, pero la huida de la falta de oportunidades y la violencia se extiende, en este caso, hasta España. Aunque el suicidio de Diego detona el monólogo de la protagonista, me pareció que fue un mero pretexto para retratar, a tajos, una realidad en la que muchos estamos inmersos.