Daniel Ruiz Abánades

  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Con las aportaciones de Maxwell, la radiación electromagnética pasó a entenderse como una onda formada por dos componentes, uno eléctrico y otro magnético, en fase y perpendiculares entre sí.

    Estas ondas presentan las propiedades de refracción y difracción, y se desplazan a la velocidad de la luz. Toda onda electromagnética puede definirse por la expresión:

    c = λ · v

    De tal manera que el producto de la longitud de onda (λ) por la frecuencia de la onda (v) es siempre una constante, y su valor es el de la velocidad de la luz (300 000 km/s).
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    Según el modelo atómico de Bohr, basado en gran parte en los trabajos de Einstein sobre el efecto fotoeléctrico, los electrones de un átomo orbitan alrededor del núcleo de este ocupando diferentes niveles energéticos
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Al administrar energía a un átomo, aplicando una llama o una radiación electromagnética, sus electrones pueden absorber la energía recibida y ascender a niveles energéticos superiores. Los electrones excitados, al caer nuevamente a su nivel energético original (denominado estado basal del electrón), desprenden radiación electromagnética con una energía equivalente al descenso sufrido por el electrón, e idéntica a la energía absorbida en la ascensión. De esta forma, como el número de los posibles niveles energéticos al que puede ascender un electrón es finito y la energía asociada a cada salto entre niveles es fija, la radiación emitida tenía necesariamente que tener valores discretos y no continuos. De hecho, este modelo permitió establecer que los valores n1 y n2 de la ecuación de Rydberg corresponden precisamente al nivel energético del electrón a su llegada (n1) y su salida (n2) del salto.
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    Así, la misma herramienta que comenzó como un escudo celular contra la radiación terminó creando una capa protectora para todo el planeta, lo que permitió que los organismos pudieran andar por la Tierra.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    Toda la materia conocida está compuesta por átomos, incluidos, claro está, todos los organismos vivos. De hecho, átomos que ayer formaban la dura roca, mañana estarán formando parte del delicado entramado neuronal de algún animal. Existe una continua circulación de los átomos entre la materia viva y la inerte, y esto, en cierta forma, limita nuestra capacidad de poder poner límites a ambas formas de materia.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    En efecto, la maquinaria responsable de replicar la molécula que contiene la información genética para poderla repartir a la descendencia y perpetuarse es incapaz de no cometer fallos al realizar las copias. A pesar de haber desarrollado cada vez máquinas más precisas y un mayor número de mecanismos para controlar las copias y evitar los errores, la vida, afortunadamente, nunca ha alcanzado la perfección, y los errores siempre se han acumulado en la información genética. Gracias a estos errores, los seres vivos pueden adaptarse a los cambios ambientales, fenómeno que se conoce como selección natural, lo que permite que la vida se haya perpetuado en el tiempo desde su aparición.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltcompartió una citael año pasado
    El átomo de carbono, debido a su baja masa atómica y a su configuración electrónica ([He]2s22p2), puede formar hasta cuatro enlaces covalentes, lo que hace de los derivados del carbono, además de estables, lo suficientemente reactivos como para poder ser fácilmente modificados químicamente.
  • Elena lorien Araoz Riverocompartió una citahace 2 años
    «regla del octeto».
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