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#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericana

Demian García
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Este espacio recopila aquellos libros que han sido reseñados en Revista Purgante y, de manera complementaria, otros que han sido recomendados y comentados en el programa de radio Un Break que se transmite a través de Interferencia IMER.
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    La música nos permite reconectar con lo ausente, traerlo de vuelta. Incluso permite digerir con facilidad, o decir mucho sin pronunciar una sola palabra. La música: ese lenguaje universal. “Si mandas una canción, estás enviando un mensaje”, parece decirnos la lógica. Pero también el escuchar una canción puede estar diciéndonos algo, quizás nos propone o nos remueve la creatividad. Es un estímulo, sí, tal como fue para Xóchitl Lagunes (Ciudad de México, 1985) con “Aprovéchate de mí”, de Café Tacvba, pues fue la canción que detonó (o terminó de detonar la idea para formar) la historia de Santiago: “por la situación particular (…) y por los juegos de poder que plantea para que despertara ese atractivo”.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/aprovechate-de-mi-de-xochitl-lagunes-pensar-en-la-memoria-del-cuerpo-pensar-en-el-amor/
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    ¿Cuáles pueden ser las motivaciones de una adolescente, un joven y una niña que han vivido para siempre en un casa-nación regidas por el desprecio, el autoritarismo, un odio distintito y el olor insoportable de la dictadura? ¿Cuáles podrían ser cuando es él un ángel de la muerte que apenas si alcanza a comprender el poder que tiene en sus manos –literal y figurativamente–, si la adolescente fantasea y ama con locura objetos inanimados, si la pequeña es una genio tenebrosa que habla a través de su arte hiperrealista? ¿Acaso será la terapia que mamá-devenida-terapeuta-gracias-a- los-libros-de-autoayuda desea proporcionarles una falsa redención para exculparse sus sentimientos? O, ¿no será todo esto, más bien, un catalizador para el desastre? Y es que todo esto nos hace preguntarnos de qué forma la mente de este trío (dis)funcional, con esos padres, logran acceder a sus más profundos deseos, cómo priorizan, de alguna forma, toda emoción que les es arrojada.

    Y no es que se piense en el límite de su raciocinio ni su capacidad pensante, sino justamente lo contrario: cómo Elaine Vilar Madruga (La Habana, Cuba, 1989) describe de pé a pá, sin inmutarse siquiera, sobre el abanico de posibilidades, tan terroríficas como reales, de cierto tipo de patologías, creencias y peculiaridades dentro de tres mentes que han vivido sí y solo sí lo impuesto, sin libertades: Casandra, Caleb y Calia: la adolescente con prefijo de mierda dado por el padre que tiene amores tan atroces como tan puros; el otro adolescente, que tiene consigo un poder demoledor que no alcanza a comprender, que siempre está siendo asechado por aquellas especies que desean la conclusión pura y dura de su vida; y la más pequeña, que navega en realidades alternas e incomprensibles por los seres comunes y corrientes, que se obsesiona cada cierto tiempo con un animal distinto y le exprime hasta el último detalle dentro de sus dotes artísticos, y que, además es, probablemente, la reencarnación de la más grande dolencia de su madre.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/la-tirania-de-las-moscas-de-elaine-vilar-madruga-o-como-hacerse-un-lugar-en-este-mundo/
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    En Un soplo de vida (Siruela) parece emularse algo parecido a un soliloquio, quizás como un episodio frenético frente al espejo. En adición a la situación, como aliciente, la creación de un personaje que viene a decirnos no lo que queremos escuchar, sino lo que necesitamos leer, oír. “Habla, Ángela, habla incluso sin sentido, habla para que yo no me muera del todo.” Probablemente es, este enunciado, lo que condensa el motivo, el objetivo principal: hablar para no ser del todo suprimida, hablar para mantenerse apenas respirando, hablar o escribir: la palabra, el lenguaje que auspicia. Hablar (y escribir) para no morir. O hacerlo escribir para prepararse para ello. (Esta deducción puede parecer redundante si se aclara que Clarice Lispector escribió esto antes de morir. O, mejor dicho: mientras estaba muriendo.) Todo nos dice que no importa siquiera qué sea lo que se esté diciendo, sino que se diga. Hay que nombrar. Aunque sea que lo haga ese personaje porque ella, por sí sola no es, quizás, capaz. O quizás sí. Sí lo fue pero en otra piel, siendo una figura ajena a la propia. Dentro de nosotros hay algo capaz de recrearse, de recrearnos para escapar y así pedir auxilio, o, en todo caso, que aunque sea escriba por una. Sobre todo… sobre todo cerca del final de nuestra vida, cuando hemos de descansar de nosotros mismos, cuando demos ese último soplo de vida.

    (Opinión publicada originalmente en Revista Purgante)
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    Qué se dice y qué no. Las ausencias. Los fantasmas. Buscar, a través de alguien (o algo más), algo (o a alguien) que está ausente. Trabajas con las memorias fragmentadas de alguien más, con los registros bibliotecarios, con la distancia, con el desapego, con el interés. La búsqueda de una madre que se fue pronto, casi apenas llegaste al mundo te quedaste en el mundo de tu padre. Andar entre fantasmas y memorias. Andar. Buscar. Sentir que algo no está pero que, sin embargo, no hace falta. La ficción, la comprensión y el encuentro a través del lenguaje, la palabra, la literatura. De Onetti a Calvino; de Carrington a Lispector. De [esos] autores a Karina Sosa, a su escritura, a su primera novela. Una novela que al cerrarse permanece dentro de uno, se queda clavada en la memoria [de las cosas (una búsqueda interminable)]. Caballo fantasma (Almadía) es un libro que no para de brotar; permanece navegando a través del tiempo. Un registro que sucede a otras lecturas. Su peculiaridad, su ritmo, su construcción, su reflejo poético. Es una pieza que confronta, que contradice, que superpone; reta a la memoria, a la creencia, a los juegos, a la propia imaginación, a la imagen misma del recuerdo y los caballos. Luego, personas que siempre han sido fantasmas, espectros, seres que han muerto hace más de quinientos días. Días ausentes como espacios en blanco, [de búsqueda]. Todo, a través de una escritura transparente, natural y elaborada con un trabajo que se sostiene por fuerte y fantástico, donde todo apunta hacia una dirección inusual, nueva, distintiva. Todo es remoto. Una sombra apenas. Un caballo desbocado. ¿Qué queda cuando todo queda y no queda nada? La palabra, la reconstrucción, una historia que quedará eternamente en un sitio polvoso que estallará nuestra voz y en el que se quedará atrapada para siempre.

    (Opinion publicada originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Antologar no es cosa sencilla: siempre hay que enfrentarse contra todos los escépticos que acusan a uno de mentiroso, falsificador y aprovechado, o hay que lidiar con aquellos que denostan la labor de investigación porque creen que no es ardua o que no implica ningún esfuerzo. Sobre todo porque desconocen el proceso, pero, en todo caso, me parece que antologar es para puras valientes. En Las Elegantes, la también ensayista Didí Gutiérrez rescata a diez cuentistas que estaban sumidas, como tantas otras, en el olvido de la literatura mexicana (o, arriesgándose, podríamos decir que mundial). Las —ahora famosas— Elegantes fueron un grupo de mujeres que, al son de la compañía y lo que parecía un taller literario, escribieron, cada una, un relato, es decir: diez relatos en total —que muy probablemente en el calor de la lectura pueden leerse como una sola novela despedazada a propósito. Pareciera no existir nada en común entre cada relato más que una cosa: a excepción de dos historias, todas se relacionan en Las Bonitas, un poblado que, quizás, pudiera encontrarse en el sur del país. Aunque, siendo más sinceros y coloridos, podríamos decir que en todas el humor insiste, se percibe y no agota, existe en cada una cierta sinceridad que atraganta, un estilo único y probablemente irrepetible por su construcción tan cuidada y única, y un deseo de que lo que se está leyendo no termine. Y no que no termine sólo por capricho sino porque lo que se está leyendo realmente vale la pena. Frente a ello, no deja de sorprender, sin embargo, que sigamos descubriendo autoras de hace más de tres décadas. Que de pronto alguien las ponga sobre el mapa después de que fueran casi borradas de la historia. Y es acá donde digo, nuevamente, que antologar, sobre todo en cuestiones de olvido, la frivolidad y el escepticismo, es una chamba sólo para las valientes. Por ello estoy seguro de que tanto Leonor Enciso como Wendy Tienda, Susana Miranda, Tania Hinojosa, Lola Herrera, Julia Méndez, Roberta Marentes, Fidelia Astorga, Aurora Montesinos, Alí Boites y Nora Centeno están eternamente complacidas con Didí por haberlas reunido así, tan juntas, y, sobre todo, tan elegantes.

    (Opinión publicada originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Escribir desde el pasado, desde la raíces que nos han conformado, desde la sonoridad, el dolor, la suerte, el miedo. Una escritura que es capaz de transformarse, de la cual puede sentirse el desgarramiento, el deslumbramiento, la brillantez. Ocean Vuong (Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam, 1988) escribió, en Cielo nocturno con heridas de fuego (Vaso Roto) –años antes de que volara cabezas en 2019 con el lanzamiento de En la tierra somos fugazmente grandiosos bajo el sello de Anagrama– lo que podría tomarse como prueba de la condensación, como la declaración sobria, sentida y sincera de saberse lejano, de alguna manera, a la tierra que dio vida. Cuatro vertientes importantes que van dando sentido y soltura a los poemas que conforman el libro, como si esos cuatro pilares sostuvieran lo que al final resulta en la muestra de la relación estrecha que se tiene con el dolor y los recuerdos: la muerte de su padre, su homosexualidad, la relación que lleva con su madre y la guerra de Vietnam, que fue el conflicto que hizo a su familia huir de casa. Todo eso que nos construye, que nos ha dado razones. Aquello que nos hace ser, con un grado mayor de responsabilidad, de la manera en que somos hoy, con todo y aquello que, quizás, cuesta nombrar porque en el lenguaje oral que hemos traído cargando simple y sencillamente no existen palabras para darle sentido, para nombrarnos. Pero después llega el momento, tal como escribe Vuong: "Extraño, eco palpable, aquí está mi mano, llena de sangre delgada como el llanto de una viuda. Estoy listo. Listo para ser cada uno de los animales que dejas atrás."

    (Opinión publicada originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un audiolibro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Ficción autobiográfica. Una biografía manchada por destellos de ficción. Acaso las memorias de una infancia y adolescencia grises, dolorosas y atípicas que buscan reivindicar identidades, deseos, el amor, la vida que debe vivirse y no la vida que debería vivirse porque así lo dicen todos allá afuera. Y luego la aparición de la Tía Encarna, la matriarca travesti que es como una santa que brinda cobijo, pertenencia, amor y el calor del que todas quienes ahí habitan no habían experimentado. Porque la sociedad y la familia son crueles con ellas, con su esencia, como sus cuerpos. Porque, como dice Camila Sosa Villada, “no admiten que las travestis puedan hacer mundo o lenguaje”. Y mucho menos cuando el camino que deben seguir es la prostitución, la vendimia de sus cuerpos desgastados que han sufrido los embates de todo tiempo, y luego, lamentablemente, en la mayoría de los casos, la muerte. Porque las alternativas, más allá de ese círculo de cuidado y ternura que se tiene entre ellas, no son muchas. No antes. Aunque tampoco ahora. Y estas páginas son el recorrido por los lugares que no estamos dispuestos a observar, o que observamos de reojo con repulsión, miedo y cinismo porque a nosotros qué nos importa, y no sólo los lugares sino también las estructuras que generan opresión, los dolores, la realidad que debe vivirse. Una escritura proveniente de los márgenes y del campo, de las mujeres de su familia y de los pueblos. Una oralidad y una construcción que vienen de lo popular. La conjunción del coraje, lo lamentable, lo desgraciado, pero también de lo bello, de la redención, de los gritos de esperanza y de un efecto mágico de gracia y triunfo. Así que qué más da la categoría o el género que quiera ponérsele a la literatura de Camila, si lo único que importa es seguir leyéndola y consumir ternura, amor y diversidad.

    (Opinión publicada originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    La gratitud no es un gesto menor. Es algo parecido a manifestar la necesidad que se tiene hacia otro, un pequeño símil de la vulnerabilidad que proporciona un acercamiento estrecho en que dejamos constancia de nuestra empatía, gracia, cariño y quizás un tanto más. Delphine de Vigan ha escrito en Las gratitudes una pequeña muestra de la distancia que existe entre decir gracias y ser realmente agradecidos con quienes han hecho algo realmente significativo por nosotros, algo como una muestra certera y nostálgica sobre el agradecimiento a la memoria, al cuidado, el respeto y la empatía. Una especie de tratado del buen ser, del buen o buena compañera. Como si eso fuera todo en la vida porque, al final, es lo único que nos queda cuando todo está por terminarse o cuando no tenemos nada más por delante. Acaso reflexionar sobre si fue suficiente o no lo que se dijo, si las palabras fueron suficientes o hicieron falta más gestos, caricias, más muestras de cariño. Aquí cabe decir que la sencillez no es lo mismo que la simpleza, y que si algo cabe para describir lo que ha escrito de Vigan es la sobriedad, un hecho contenido, lo valioso e inolvidable de una vida de resguardo, intimidad, humanidad y, claro, gratitud. Simplemente necesitamos sentirnos todavía un poco libres, si no, ¿qué sentido tendría todo esto?

    (Publicado originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    La literatura suele olvidarse de muchas cosas que forman parte de nuestra humanidad. En contraste, en otras ocasiones, la misma literatura se interesa en humanizar lo ya humano, eso que a veces pasamos por alto por automatización, naturalidad y cotidianidad. Es decir, vuelve al mapa lo que otros desechan, lo que no tiende a hablarse, aquello que es repulsivo, y que, sin embargo, existe y es vital. Poner sobre el mapa lo evidente, aquello que se esconde por entre los rostros de una sociedad pura, tímida, que se avergüenza. En Dios tiene tripas (FCE, 2021), Laura Sofía Rivero escribe una especie de catálogo de posibilidades naturales a través de ensayos que, a la vez que divierten, confrontan y enseñan el lado aquel que se empeña esconder de la escatología, de las reacciones de nuestros cuerpos, nuestras excreciones, las vivencias atemporales. Pone sobre la mesa el festín de eufemismos a los que se recurre según las circunstancias que exija el grado de pudor y pena y los desecha para nombrar las cosas por su nombre y recuperar así esa valía olvidada que, por más que se niegue, termina por ser vital. Finalmente, como apunta la ensayista mexicana: «La privacidad la exigen los que se avergüenzan; la intimidad, los pudorosos». Resta así, claro, no escatimar en posibilidades y adentrarnos en estas meditaciones sobre nuestros desechos.

    (Publicado originalmente en Revista Purgante)
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Todo sucede en un espacio que podría ser cualquier lado. En un barrio que se encuentra cruzando nuestras avenidas, tal vez. O quizás es el mismo barrio donde vivimos. Un barrio extenso. Las Razas Unidas. Es, sobre todo, una historia de amor y resistencia, auspiciada por el hip-hop y rimas portentosas, raperos con dotes ninjas, punks ortodoxos, sardos desertores, zombies y dejos de esperanza que resiste por entre los vínculos y la confianza que se va esgrimiendo en conjunto y la necesidad de confianza y soporte. A lo largo de más de una decena de capítulos, el también autor de Una mente enferma (Tusquets) compone un escenario distópico y musicalizado en que un grupo de desertores de algunas pandillas, abanderados por el adalid MC TAO, y su inseparable MASTER BIT, emprenden una recorrido por los límites del barrio, primero en búsqueda de respuestas inmediatas hacia lo que parece ser una embestida militar (una operación programada) so pretexto de vacunar a toda la población a raíz de la propagación de un virus sumamente peligroso. Para ello, se les solicita, no muy amablemente, que asistan a la brevedad a la escuela primaria del lugar, que ahora funge como albergue. Nadie sabe lo que dentro sucede. Y, los que salen, han dejado de ser ellos.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/barrio-lento-o-el-glorioso-sonido-de-lo-ilegible/
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Mariana Travacio (Rosario, Argentina, 1967) escribe esta historia que sucede con una calma apresurada. Deducimos, conforme uno se envuelve en el espiral de la narración, que somos un poco de todos esos lugares donde hemos estado, que qué importa si es por gusto, deseo o penitencia. Probablemente importe, más que pertenecer por mandato o porque sí, ser parte de cualquier geografía con un propósito, por mínimo, silencioso u oculto que este sea, con tal de sobrevivir sólo por hacerlo. Siempre hay algo más, alguna alteración ansiosa y acelerada que provoque el salto a lo desconocido. Y junto a esta necesidad –o quizá delirio– latente de movimiento, el apuro de refugiarse, de buscar el porvenir y, claro, de encontrarse, aunque para ello primero haya que perderse entre caminos aparentemente inhóspitos, que con su paso han de expandirse ante nosotros para así maravillarnos por su vastedad.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/quebrada-de-mariana-travacio-buscar-la-vida-buscar-el-agua/
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    La poeta y traductora Elisa Díaz Castelo (Ciudad de México, 1986) publicó en 2018 la primera edición de Principia (FETA) y es ahora publicada nuevamente por Elefanta Editorial.

    Principia (Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2017), esa exploración absoluta de la imagen invisible que echa mano de la astrofísica, la biología, la física, la anatomía y otras ciencias para disolverse a sí misma en cuerpo mismo, porque, parece ser, es desde ahí donde la autora nos habla. Nada es lo que parece y, a su vez, es todo. Un torrente imaginativo y arriesgado en que el lenguaje poético y la vena traductora de Elisa nos sumergen por espacios (¿antes?) inexplorados para provocarnos más preguntas a través de respuestas que no quisieron serlo. Hay que dudar. Dudar de todo. Preguntarse. El movimiento, la vista, el tacto. Qué y cómo lo percibimos. ¿Para qué? Qué más da, si lo que importa está antes, en la duda, en la pregunta, en la identificación, la cuestión absoluta del movimiento. ¿Qué le sucede al tiempo (verbal) en el espacio? ¿Qué pasa si uno puede mirar lo que pasó en presente, sucediendo?

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/principia-de-elisa-diaz-castelo-o-el-instante-anterior-a-soltarlo-todo/
    Demian Garcíaagregó un libro a la estantería#PaisajesSonoros: literatura hispanoamericanael año pasado
    Volvemos con la narrativa de la violencia, la literatura de la violencia, otrora arista excesiva que no cesa de escribirse y, encima, de ganar premios. Género, tipo o estante de biblioteca que comparte espacio con la literatura que habla sobre maternidad, con el duelo, entre otras tantas que tienen rabiando a unos cuantos. Que cuántos libros más, que por qué tanto si basta con ver las noticias o asomar las narices para darse cuenta de lo que sucede allá afuera. Claro, con eso es más que suficiente. Que entonces para qué más de esto, de seguir reproduciendo ejercicios violentos y poner ideas funestas en nombre de La Literatura. Si ya hay películas, ensayos, otros libros escritos por hombres respetables. Claro, claro.

    Y no vengo a dar respuesta de por qué sí o por qué no más, porque aquello se responde solo y lo escrito antes no más que una réplica boba en tono de burla para lidiar contra los preocupados por los fenómenos antes mencionados dentro del mundo de las letras, a quienes un libro como estos podría concederles espanto, delirio y ganas de no leer más, y yo me alegraría, porque ¿para qué es la literatura como la que escribe Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, 1985) sino para incomodar al poder, al biempensante, al representante del poder?

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/perras-de-reserva-las-cosas-como-son-y-no-como-dicen-ser/
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    Tantas cosas improbables y a la vez ciertas

    La muerte, esa obsesión incontrolable de los vivos. No que se anhele y que su obsesión se sostenga precisamente en eso, sino que obsesiona su pensar, su incomprensibilidad, todos esos vagos intentos por entenderla como lo que sea: inicio, fin, origen, asignación, consecuencia natural, viaje, un paso más en la cadena de la vida. Pero no sólo la muerte que llega como acto inexorable, sino también el suicidio, otrora decisión natural y propia de quienes así lo desean. Y es, por ratos, no entender nada, pero querer entenderlo de todas formas. Jugamos con lo poco que tenemos en las manos, con la información que nos ha sido proporcionada por nuestros padres, por las creencias familiares o, por qué no, de la literatura, ese pretexto perfecto para el consuelo. En la lectura, sobre todo, pero más puntualmente en la escritura. Navegar entre géneros para construir algo como Tan temprano, de Florencia Gattari. Digámoslo sin más: nace su hija y a los tres meses, su hermano decide quitarse la vida. Y es a partir de esos dos sucesos que, muchos años y textos a la deriva después, la también psicóloga argentina arma este breve encuentro consigo misma junto a las fotografías que ha ido hallando en el camino y la memoria que le han prestado sus padres y su hermana para (re)configurar el paso del tiempo y lo que esto ha provocado, cómo se ve la pérdida a esta distancia, qué nos dice la herida a estas alturas.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/tan-temprano-de-florencia-gattari-o-como-el-dolor-no-es-el-unico-camino/
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    Dicho esto, puedo confesar que Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de espuma) se ha acomodado junto a títulos como El magún ((Rosa Iceberg), Panza de burro (Barrett/Elefanta), Caballo fantasma (Almadía), Chapeo (Elefanta), entre otros. Y teorías me brotan, pero encuentro dos principales razones. La primera de ellas: son libros que me han devuelto algo que sentía perdido dentro de la esfera inmaculada de las novedades: la calma, el espacio, la incitación a leer sin prisa, sin temor a quedarse fuera de aquel cúmulo de opinadores inmediatos. Y la segunda: esa pizca única del lenguaje, aquello que dota de origen absoluto la escritura de quien escribe, esos sonidos, la particularidad indistinguible de palabras para otras irreconocible y sin embargo inteligible al final por consecuencia de la lectura. Entender porque compartimos algo, por esos rasgos comunes que hermanan las latitudes, la literatura por sí sola.

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    Sumado a ello, hay otra característica que, si no novedosa, sí hecha aquí a medida para complementar con bastante fortaleza las historias que se cuentan. Cierta falta que, pese a todo, forma parte de un crecimiento. No tener nada y, al mismo tiempo, tenerlo todo. Alude Larisa Cumin (Santa Fe, Argentina, 1989) a los piamonteses en la Argentina, a esa comunidad proveniente de territorio italiano, pero bien se observa desde muchas esferas cierta generalidad: pasa ahí, pasa en otras regiones de Argentina, pasa, probablemente, en toda Latinoamérica. Una falta que se compensa con una vida que se vivió hasta donde fue posible, que se gozo a través de las modificaciones que fue haciendo el paso del tiempo. Y que la también poeta conoce a través de la oralidad de su madre, a quien en su novela narra lo que antes ella le narró con el paso de los años. Y así hablar con tal fervor del pasado como deseo tácito de volver. Hablar, también, del origen propio, de esa procedencia que nos fue heredada y dada mediante historias antes vivencias, y que probablemente ahora suenen más lejanas porque ya no existen más en esos territorios, ya no hay más esas voces en esos lugares. El hogar ya no es más el hogar. De aquel pueblo sólo memorias, esas historias. Y con lo que queda, también vienen los que se han ido, porque nunca se van por completo.

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    La materialización del deseo aquél de escribir a merced de lo recién leído. Un impulso genuino de la creatividad, el nervio automático de la escritura. La autora estadounidense Jenn Shapland se cruza con la correspondencia que Carson McCullers mantenía con Annemarie (¿Schwarzenbach?), donde aquella imagen, hasta ese entonces desconocida de la autora de El corazón es un cazador solitario —consecuencia clara y directa de los análisis errados e inconclusos sobre su vida y obra— se asoma transparente, marginal y plena, sin ornamenta ni pudor, fragmentada y completa. Y es a través de ello que Shapland construye un espejo, reescribe su vida propia a través de las memorias de McCullers, como supeditada al deseo provocado por el impacto, una especie de encantamiento que terminó por gestar una autobiografía como las hay pocas, y mucho menos de autoras tan prolíficas e igualmente olvidadas. Sobre todo porque de pronto la autobiografía toma el rumbo del análisis y el ensayo personal para comprender su propia identidad, asumirse como mujer lesbiana que escribe desde ese lugar, percibiendo el amor, ese amor como fenómeno incomprendido e inefable. Un todo.

    Reseña completa: https://revistapurgante.com/mi-autobiografia-de-carson-mccullers-o-la-version-de-mi-misma/
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