Lois Duncan

Blackwood

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  • R Güemescompartió una citahace 4 años
    Lynda no sabe dibujar, no tiene talento para nada. Es dulce y guapa, pero el día que repartieron los cerebros, ella había salido a almorzar
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Kit no esperó a ver cómo se derrumbaba el edificio. Se dio la vuelta y empezó a correr hacia la fuerza pura y fría del viento.
    «¡Aquí estoy! —gritó—. ¡Aquí estoy!», mientras aparecían unas luces al doblar la curva en la carretera y se detenían en la entrada
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    A mitad de camino de la entrada se detuvo y se dio la vuelta para mirar la casa. Allí estaba, como estaría siempre en sus pesadillas, el gran tejado en punta recortado en destellos por las nubes rotas por los relámpagos. Fue aproximadamente en aquel punto desde donde había visto por primera vez Blackwood, piedra gris sobre piedra gris, como el rompecabezas de un niño, con las ventanas ardiendo por el sol de última hora de la tarde, como si el interior estuviera en llamas
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Bajó las escaleras. Más tarde intentaría recordar cómo había sido, el lento avance paso a paso, con el humo acre llenándole los pulmones y las paredes de Blackwood alzándose sobre ella hasta el gran techo arqueado, pero los recuerdos no servirían de nada. Llegarían en fragmentos
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Eras demasiado buena para nosotros, ¿eh? —gritó el hombre del sueño—. ¡Demasiado buena para malgastar tu preciosa vida grabando nuestra música! Y ahora, ¿de qué te sirve esa querida vida tuya?
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Ruth había estado en lo cierto respecto a la imposibilidad de esta misión. Al intentar salvar a Lynda, se había sacrificado. La escalera era la única manera de descender de la segunda planta y el fuego del pasillo se había propagado casi hasta su base.
    «Entonces así es como termina», pensó, y en algún lugar de su mente oyó a alguien riéndose, una carcajada maliciosa que empezó siendo apenas perceptible y que fue elevándose hasta una histeria absoluta.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    ¡No voy a dejar que Lynda muera ahí arriba si existe alguna posibilidad de sacarla
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Podemos entrar por la cocina —insistió Kit—. No ha dado tiempo a que llegue tan lejos. ¡Ruth, es Lynda, tu mejor amiga!
    —Lo siento —repitió esta—. De verdad. Pero es que no hay forma de subir al segundo piso y volver a bajar. No salvaríamos a Lynda, sino que echaríamos a perder nuestras vidas en vano
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Mirad lo que habéis hecho! ¡Desgraciadas, los habéis enfadado de un modo intolerable! —Madame empezó a cruzar la estancia—. Llamaré a los bomberos
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Es demasiado tarde, madre. ¿No lo ves? El experimento te ha estallado en la cara. Este grupo de chicas no va a ceder. Déjalas marchar. Déjame sacarlas de aquí. No vas a conseguir nada reteniéndolas. No va a funcionar
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