La increíble conexión intestino cerebro

La gran diferencia reside en que este cerebro intestinal no está capacitado para generar pensamiento consciente, y por lo tanto ni razona ni toma decisiones. Es decir, el segundo cerebro siente, pero no piensa, aunque sí parece «saber» y «percibir»

En el Papiro Ebers, uno de los primeros tratados médicos que se conocen (aproximadamente 1550 a. de C.), el corazón «atemorizado» aparece directamente asociado a una mala digestión.

La evolución comenzó con la bacteria, multiplicándola y creando todo tipo de versiones, pero todas ellas adolecían de esta incapacidad de expandir su membrana; debido a ello, por definición, la evolución se detuvo porque no podía crear una bacteria más inteligente. Sin embargo, la evolución encontró otro camino y ese otro camino se llamó «comunidad». Las bacterias comenzaron a vivir en comunidades, generaron una membrana alrededor de dichas comunidades creando un mundo cerrado. E intercambiaron tareas: ya que había diferentes clases de bacterias, interrelacionaron sus ADN [...]

Hoy se sabe que la fuerza de ese «más fuerte» reside en su capacidad de cooperación y simbiosis: la naturaleza tiende a la autorregulación y nos muestra este modelo

La teoría de la selección natural ha traído mucha confusión, o tal vez lo que ha traído la confusión no sea la teoría en sí sino las interpretaciones reduccionistas que dieron por sentado que la supervivencia del más fuerte tiene que ver con la lucha y el exterminio

que producen ácido propiónico, tóxico para el cerebro

profesor Michael Gerson, director del Departamento de Anatomía y Biología Celular de la Universidad de Columbia, es considerado por muchos el padre de la nueva, y prometedora, disciplina científica denominada neurogastroenterología

Los LPS son toxinas inflamatorias de origen bacteriano, una combinación de lípidos (grasas) y azúcares cuyo hábitat natural es el intestino (son un importante componente estructural en muchas de las bacterias que lo pueblan) pero que si se filtran al torrente sanguíneo inducen una respuesta inflamatoria muy agresiva

Esta alteración es debida en la mayoría de los casos a patrones dietéticos que perjudican al ecosistema bacteriano y alteran su funcionamiento

aunque es indispensable que estén en minoría para mantener el equilibrio de la microbiota