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Enric Corbera

Encuentros con mi alma

  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    Muchos creen que si son ricos no podrán ir al cielo. Otros, en cambio, creen que ganando dinero, y generando riqueza glorifican a Dios. Como ves, el mundo es una locura, es demente. Tú eres la expresión de esta locura y piensas que eliminándome a mí terminará el problema. Así es como piensa el mundo, sin saber que esta forma de pensar hace girar la noria eternamente. Si eliminas una polaridad, la otra desaparece. Lo que se ha dado en llamar la eterna lucha entre el bien y el mal acabará cuando se unan los opuestos, cuando se equilibren, cuando pierdan el sobrenombre de buenos y malos.

    »En una inscripción cincelada en el templo de Delfos se puede leer: «Nada en exceso». Es una inscripción relacionada con lo que te estoy explicando. Esta máxima contempla la gran tensión entre los opuestos, y solo puede ser gobernada por aquellos que conocen muy a fondo su lujuria, su orgullo, su ira, su codicia; en definitiva, todos sus supuestos vicios. Solo aquel que ha comprendido y aceptado sus propios límites puede tomar la decisión de ordenar y humanizar sus acciones.

    »Como ves, yo no soy ese, pero tú me estás dando la oportunidad de equilibrarme y enmendarme. Estoy aprovechando la oportunidad de trascender mi polaridad, y lo hago explicando a alguien que está en la otra polaridad la forma de salir de ella y de estar en equilibrio, tal como reza la inscripción que he mencionado.

    »Voy a darte otro ejemplo, que para mí es clarísimo, de lo que expongo: la obsesión por la salud, las dietas, los medicamentos, la longevidad a cualquier precio, dan testimonio del miedo permanente a la muerte.

    »Hombres como yo estamos aquí para equilibrar esta energía y vendemos lo que haga falta. Al final de los tiempos, la humanidad entenderá que ha encontrado al enemigo y dirá: «Somos nosotros mismos».

    Se hace un largo silencio. El magnate parece cansado, pero, por primera vez, su rostro refleja paz. Ambos personajes se miran, ambos esperan una señal para saber qué hacer. Por fin el magnate —nuestro héroe— dice:

    —Gracias por estar aquí, eres el exceso de mi exceso. Para liberarte, tienes que liberarme. No te lo pienses más: dispara y me harás un hombre libre, me liberarás de mis cadenas. Yo ya he cumplido mi cometido, he sustentado la polaridad de la riqueza para que otros pudieran vivir su pobreza, y además he transmitido el secreto. No alargues más mi agonía. ¡¡Dispara!!
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    —Saber mover estas energías no es malo ni bueno, es una forma de vivir. La mayoría de la gente vive dormida. Ahora mismo te estoy dando a conocer el mayor secreto del universo: tú solo puedes dar aquello que los demás están dispuestos a recibir. Yo doy lo que la gente quiere y eso es precisamente de lo que se quejan: vivir con miedo. Como creen en el miedo, yo lo alimento. Pregunto: ¿Es mi responsabilidad o la suya?

    Se hace un silencio tenso y a la vez profundo.

    —Si realmente quieres ayudar, ¿no deberías ayudarles a tomar conciencia de su situación? ¿No ganarías también dinero con ello?

    —En el universo todo se mueve por polaridades. Como te digo, el miedo sustenta una de ellas, que es la creencia en la separación, y por lo tanto en la carencia. Esta polaridad es en la que yo me muevo. Estoy aquí para alimentar este miedo, que por sí mismo demanda más miedo. Así es como funciona el universo en el que existimos.

    El héroe prosigue, y el hombre, que lleva una pistola, sigue callado y atento.

    —Te voy a poner un ejemplo muy claro. En su inmensa mayoría, la gente cree que en el mundo hay cosas buenas y cosas malas, y que ambas están desconectadas. Es decir, o haces lo que ellos llaman el bien o haces el mal. Por lo tanto, hay conductas buenas y conductas malas, y además muchos piensan que las conductas buenas no deberían costar dinero. Dicho de otra manera: el bien debe realizarse de forma altruista. He visto a gente racanear el pago de un curso o seminario que le permitirá vivir mejor y estar en paz. Se lamentan del precio, y por otro lado no reparan en gastos cuando hay que seguir a su equipo de fútbol favorito al último rincón del mundo. Por tanto, si las cosas buenas no deben costar dinero, ¿adónde irá el dinero? Por descontado, a las cosas que se acostumbra a llamar malas: prostitución, drogas, conductas desenfrenadas, apuestas, etcétera, y aquí estoy yo para recogerlo.

    El héroe continúa y el silencio se puede cortar:

    —Yo también estoy atrapado en esta polaridad. También me siento terriblemente solo, pues sé con certeza que las personas que tengo al lado, las que trabajan conmigo, me tienen miedo. Obedecen por miedo, me siguen por miedo y hacen exactamente lo que les digo porque alimento su codicia, y así se creen que tienen control sobre sus vidas. No saben que ellas me pertenecen y puedo decidir lo que quiera con respecto a ellas.

    »Estoy equilibrando la ignorancia del mundo; critican mi codicia y no ven la suya. Muchos creen que si son ricos no podrán
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    Los negocios del magnate han arruinado su vida, y su hija enferma murió porque no pudo pagar su tratamiento. Lo único que le importa es matarle. El magnate balbucea unas palabras.

    —¿Qué conseguirás con mi muerte? Todo seguirá igual, alguien me sustituirá. El mundo siempre busca culpables de sus desdichas.

    El magnate se da cuenta de que estas palabras hacen mella en la mente de su potencial asesino. Y continúa:

    —No voy a moverme, puedes estar tranquilo. Conozco el poder del universo. Todo es vibración, todo es resonancia. Lo que importa es la conciencia, pues ella está creando lo que llamamos realidad. Yo no soy el malo, el enemigo. Yo soy lo que la inmensa mayoría de la gente quiere que sea. Vuestras creencias de carencia, de necesidad y de control son alimentadas por mí y mis empresas. Existo porque en la conciencia colectiva vive la creencia en la separación, en el control y en la necesidad, es decir, en la carencia. El miedo colectivo a sentirnos separados de todo lo que nos rodea genera un pavor inmenso, que es el alimento de las personas que, como yo, sabemos utilizar tamaña energía y poder.

    —No quiero escuchar tus palabras, la culpa de lo que ocurre siempre la tienen los mismos.

    —Esto es la consecuencia directa de la creencia en que la causa de la culpa está fuera y no en uno mismo. Aquí reside la esencia del poder que ostento. Me alimento de vuestra proyección, de vuestra energía, que me llega a través de vuestro odio, ira y rencor. Si la sabes dirigir, es una energía brutalmente eficiente.

    —¿Me estás diciendo que yo tengo el poder de dirigir mi vida esté como esté, tenga dinero o no?

    —Así es. El miedo no te va a dar nada. Es más, te va a quitar lo poco que tienes. El problema, que por tanto es la solución, es que, curiosamente, el dinero va a los lugares, a las asociaciones y a las personas que son repudiadas, mal vistas, criticadas, a todo lo que se considera prohibido. Como ejemplo, consideremos lo que ocurrió cuando hubo la ley seca. Nunca tan pocos se habían enriquecido tanto gracias a una prohibición. Ya conoces el encanto de lo dulcemente prohibido. Prohíbe algo y automáticamente surgirá la oportunidad de enriquecerse. Bendice algo, hazlo santo, y verás pobreza, mientras otros engordan con esa bendición. El mundo es así, la carencia de unos es la abundancia de otros.

    El discurso del magnate está haciendo mella en el asesino potencial, que se sienta en un sillón e indica al magnate que haga lo
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    —Señores —dice dirigiéndose a sus compromisarios—, prepárense para vender acciones del producto que hemos hablado. Hagan que cunda el pánico, los medios informativos nos respaldarán. Luego compren.

    En su semblante serio se dibuja una sonrisa sarcástica que denota su codicia. Se sabe dominador de un mundo que está a sus pies. El poder que ejerce en todas las esferas es total. Ve a los seres humanos como ganado y al mundo como una granja. Mueve a su antojo los deseos de estas gentes, les dice lo que tienen que comer, cómo vestirse, a quién votar, a dónde ir, qué comprar, qué vender. En definitiva, siente que tiene el mundo en sus manos. Sus ansias de poseer más y más nunca quedan satisfechas.

    Hoy va a decidir que tiene que haber una confrontación armada en unos países que se resisten a sus deseos desmedidos. Se encarga de que se encuentre un motivo —y si no, de que se invente— para invadir dichos países. Sus empresas armamentísticas necesitan vender todas las armas fabricadas.

    Desde su atalaya se siente seguro y poderoso. Puede hacer que ocurran cosas cuando así lo desee, produciendo enormes beneficios.

    Su mayor destreza es hacer que el caos reine de forma constante en el mundo y que sus gentes vivan con un miedo permanente. De esta manera son más manipulables. Sembrar el odio entre culturas y países es lo que mejor domina, su acción favorita. Se da cuenta de que la gente no piensa y le hace creer que toma decisiones. Esto es lo que más le divierte: sobre todo que los demás crean que controlan sus vidas.

    Inmerso en sus pensamientos de poder y de gloria, no se da cuenta de que alguien ha sido capaz de infiltrarse en su atalaya. Este alguien está a sus espaldas, mientras él sigue mirando la city desde los grandes ventanales de su oficina.

    —Ha llegado el final de tu gloria —oye a sus espaldas.

    —¿Quién eres tú? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Qué quieres?

    —Uy, uy, uy, son muchas preguntas para contestar… No todo es tan perfecto como tú piensas o crees.

    —Puedo ofrecerte lo que quieras, pídemelo.

    —¡Qué gracioso eres! Sigues pensando que todo tiene un precio. Así es: mi precio es tu vida. ¿En cuánto la volaras?

    El magnate —nuestro héroe— se queda sin palabras por primera vez. Observa la mirada fría de la persona que tiene delante. Es una persona desesperada que no tiene miedo a morir porque hace ya tiempo que está muerta. Los negocios del magnate han arruinado
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    —Debes ir a palacio para atender a la hija del conde, pues lleva unos días enferma y los médicos no saben bien qué le pasa.

    Él se dirige presto a realizar el mandato, y de repente se encuentra en la habitación donde descansa la joven. Es una mujer muy bella, aunque su semblante indica que tiene fiebre.

    A petición del monje se quedan solos, y le dice que la va a escuchar en confesión. Nada más verla, nuestro héroe intuye que su problema es un mal de amores.

    —Querida hija, estoy aquí, bajo el sagrado sacramento de la confesión. Lo que tengas que decirme, lo que tu alma soporta, puedes decirlo ahora y quedará en el secreto sagrado.

    La joven se queda mirándolo con los ojos abiertos y con cara de alivio. Inspira profundamente para tomar aliento y dice:

    —Mis padres han decidido que debo ingresar en un convento para servir a Dios. Han decidido que la castidad es la mejor ofrenda para servirle, pero mi corazón anhela casarse con un apuesto joven de una familia amiga. Nos hemos visto furtivamente alguna vez. Nuestros padres no saben nada de nuestro amor y no puedo soportar alejarme de él.

    »Padre, sé que el deseo de estar con él es un gran pecado y que merezco castigo por tener este anhelo ardiente. Sé que si me absuelve, volveré a pecar, pues mi deseo de estar con él tiene arrebatada mi alma. ¿Qué me aconseja?

    Nuestro héroe recuerda los votos de castidad, y las noches oscuras de dolor y culpabilidad que ha pasado. Ahora está frente a una joven hermosa y en su interior siente el deseo de poseerla. Es un deseo irracional que le atormenta desde que ingresó en la orden, y ahora parece que el demonio le tienta por enésima vez al tener que oírla en confesión. En su orden, la obediencia es sagrada. Se encuentra en la tesitura siguiente: obedecer o seguir los dictados de su corazón. Sabe que la mujer representa las tentaciones de la carne y está considerada como un ser inferior. Algo que se recuerda muy a menudo en el monasterio.

    —Querida hija: en el Señor, yo te absuelvo de tus pecados de lujuria.

    —Padre, por favor, deme algún consejo. Mi sufrimiento es un castigo. Tiene que haber una salida: hable con mis padres, sobre todo con mi padre.

    Él asiente con la cabeza, le da algunos consejos para cuidar su cuerpo y le receta hierbas y cataplasmas, emplazándola para verse dentro de unos días.

    *********************

    Nuestro héroe se encuentra frente a los padres de la joven,
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    Al levantarse y alzar los ojos, se percata de que está en otro lugar. Es una especie de monasterio. Al fondo ve unas figuras que se mueven; llevan la cabeza cubierta y caminan en fila, en procesión.

    La lujuria

    Un monje se acerca corriendo hacia nuestro héroe diciéndole:

    —¿A qué estás esperando? Vamos con los demás hermanos, es la hora de los maitines.

    —¿Cómo dices? —responde el héroe observando su vestimenta de monje.

    —Siempre te retrasas en las horas canónicas —le reprende el monje.

    Se levanta y sigue al monje. Se siente aturdido: tiene la cabeza dolorida y una sensación de pesadez que le impide pensar con claridad. Hace lo que hacen los demás monjes como si fuera un autómata. Se encuentra rezando y se queda sorprendido porque las oraciones surgen como si llevara haciéndolas toda la vida. Se da cuenta de que los demás monjes le conocen y saben de su impuntualidad. Algunas miradas furtivas se dirigen hacia él. Curiosamente, no se siente incómodo, más bien lo contrario. El día continúa con sus rutinas; él se encarga de asistir a los pobres y necesitados que se acercan al monasterio, cosa que hace con placer porque aleja la atmósfera espesa que bloquea su mente.

    La vida en el monasterio se rige por la regla de ora et labora. El tiempo se reparte entre el trabajo, el estudio, la lectura religiosa y la oración.

    Nuestro héroe tiene el don de sanar y aliviar a los enfermos: conoce remedios ancestrales, hierbas medicinales, la utilización de cataplasmas y un largo etcétera.

    Un día, el padre prior —el superior del monasterio— le hace un encargo:
  • Mily Sietecompartió una citahace 4 años
    —¿Y cómo sabes que esto que dices es así? Yo quisiera marcharme, ser libre de ir donde quiera y me siento obligado a servir al rey. Te recuerdo que siempre creemos saber qué es lo mejor para los demás; parece que lo has olvidado. Eres libre de ir adonde te apetezca y te quejas por ello.

    El héroe se siente tentado de golpearle y ocupar su sitio. No comprende que el cruzado no se sienta contento de estar en un lugar donde se le quiere y se le respeta. Contiene el aliento y recupera la calma y la tranquilidad de espíritu.

    «Realmente siempre estamos quejándonos del lugar donde estamos. Nos dejamos atrapar por deseos mundanos, creemos que sabemos lo que es mejor para nosotros. He sentido la punzada de la envidia y ha pasado por mi mente el deseo de matarle y ocupar su sitio».

    Nuestro héroe recuerda que en la más ligera punzada de dolor reside nuestro deseo de matar y asesinar, y que al ser reprimido se esconde en el inconsciente, manifestándose en el demonio de la envidia. Esta es corrosiva hasta el punto de que deseamos el mal a los demás con la esperanza de que eso deje el camino libre a nuestros deseos y anhelos. La envidia corroe la mente y hace que elucubre situaciones para poder calumniar, rumorear, menospreciar a quien está en el lugar que nos gustaría ocupar. La envidia proyecta culpabilidad por doquier, buscando el reconocimiento ajeno a costa del dolor y el sufrimiento de otros. La envidia es el artífice del mal en el mundo, pues anida en las mentes que se sienten desconectadas de todo y creen que nada vuelve a ellas.

    El héroe se arrodilla y empieza a orar: «Gracias por la oportunidad de salir del laberinto. Cuando solo pensaba en mí, me diste la ocasión de pensar en los demás, de servir, de ser útil sin desear contraprestación. Gracias por permitirme hacer felices a unos padres, aunque sean reyes. Gracias».
  • larybffcompartió una citahace 4 años
    Saber vivir en el aquí y en el ahora nos libera de dos demonios: la ansiedad y la depresión.
    «Lo complicado de la vida es descubrir lo sencilla que es.»
    Lao-Tse
  • larybffcompartió una citahace 4 años
    todos llegaremos a la comprensión de que surgimos de la misma Consciencia, de la cual en realidad no hemos salido nunca. Al creer que hemos salido, hemos desplegado lo que llamamos espacio/tiempo, que cambia en función del nivel de vibración de nuestra conciencia, dilatándose a medida que esta se eleva.
    Parafraseando a Un curso de milagros: «Aquello que elijas creer es lo que te afectará, y en último término determinará lo que crees ser. Nunca subestimes el poder de la mente» .
    Ulugh Beg continúa con sus reflexiones:
    —Mediante tus elecciones con respecto a las circunstancias que se despliegan ante tu conciencia, vivirás separado de la Fuente y te sentirás como un ego entre egos, o bien te sentirás en casa, viviendo una experiencia de unicidad con el pleno sentimiento y la certeza de que todos estamos conectados y fluimos de la Fuente Una. He aprendido que la mente es el gran activador del Espíritu Divino: somos los creadores de nuestra realidad y tenemos la elección de crearla desde el ego o desde el Espíritu. Esta es nuestra elección, este es nuestro poder, esta es nuestra responsabilidad. No cabe la queja.
    Reflexiones sobre la enfermedad
    El emperador estaba especialmente ansioso por conocer el sentido de la enfermedad. Siempre preguntaba a los maestros sufís por ella.
    —Majestad, la enfermedad tiene múltiples facetas y sentidos. Debemos evitar creer que una persona enferma es mala o menos espiritual. El alma elige vivir sus experiencias en este mundo y puede vivirlas en el estado de conciencia que llamamos dormido o en el estado despierto. Hay seres muy despiertos que eligen vivir situaciones de dolor y sufrimiento para demostrar que todo ello es una ilusión. Otras almas eligen vivir exp
  • larybffcompartió una citahace 4 años
    lentamente y te aleja del nivel de vibración del ser. Tu mente elige, consciente o inconscientemente, cómo sentirse en cada situación. La dualidad te lleva al victimismo y a la culpabilidad; el perdón te lleva a la unidad. De hecho, el mal no existe en sí mismo; es consecuencia de un profundo sentimiento de aislamiento. Aquí se asienta el dios de la enfermedad llamada depresión. Esta está absolutamente alejada de la aceptación, que es el paso fundamental en el cruce de caminos que te lleva a la perdición o a la redención.
    Las ideas y filosofías budistas impregnaban su vida y sus pensamientos, lo que le llevó a comprender, que no a creer —esta es la diferencia fundamental—, que la causa de todo lo que percibimos, vivimos y experimentamos está en nosotros mismos. Así, cada uno de nosotros creamos nuestra vida momento a momento mediante nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Y así también hemos decidido colectivamente lo que es posible para el ser humano y lo que no.
    El emperador comprende que cuando dejas que el Espíritu Divino dirija tu vida, te guíe y te inspire, la percepción del espacio/tiempo se distorsiona, y experimentas que tienes tiempo para todo. No hay esfuerzo alguno. Vives en plenitud, en un estado presente donde los acontecimientos van pasando frente a tus ojos como si fueran una secuencia lineal de hechos. Este despliegue es necesario para tomar conciencia del poder de tu mente y utilizar la capacidad de decidir quién quieres ser a cada instante.
    Uluhg Beg tomó plena conciencia de que todos somos iguales excepto en el tiempo; pero el tiempo no existe, no es real. Experimentó en todo su
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