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Libros
Evelyn Waugh

Noticia bomba

  • Adal Cortezcompartió una citahace 3 meses
    –Supongo que, después de haber hablado con Lord Copper, ya no habrá nada más que desee usted saber...
    –Bueno, sí. Una cosa. Verá, no suelo leer la prensa. ¿Podría explicarme quién lucha contra quién en Ismailía?
    –Creo que son los Patriotas contra los Traidores.
    –Ya, pero ¿cuáles son cuáles?
    –Oh, eso sí que no lo sé. Eso es cuestión de la línea editorial, y no tiene nada que ver con mi departamento. Tendría que habérselo preguntado a Lord Copper.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Un futuro para William...
    ... bajo el dorado esplendor de las gavillas, avanzan pesadamente las carretas por el camino [escribió]. Con maternal espíritu, las hembras de los roedores conducen a sus peludas crías por los rastrojos...
    Dejó su pluma. No hacía falta que terminase su artículo de la sección Exuberancia hasta la tarde del día siguiente.
    El resto de la familia ya había subido a sus habitaciones. William cogió la última vela de la mesa y apagó las lámparas del vestíbulo. Cuando subía a su dormitorio, las tablas de la escalera crujieron bajo la raída alfombra.
    Antes de meterse en la cama descorrió la cortina y abrió la ventana de par en par. La luz de la luna se filtró en la habitación.
    Afuera las lechuzas se dedicaban a cazar a roedores de maternal espíritu y a sus peludas crías
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Un futuro para Mr. Salter en calidad de redactor de la sección Labores del Hogar; puntuales cenas en casa; domingos familiares.
    Un futuro para Sir John Boot entre las amazonas del Antártico.
    Un futuro para Mrs. Stitch rebosante de los pecios de todos los continentes y todos los siglos, con bronces del Egeo y artículos modernos de Nueva York, nuevas amistades y amistades de siempre.
    Un futuro para Corker y Pigge; a esas alturas ya habían viajado novecientos kilómetros y estaban acercándose a la frontera de Sudán. Muy pronto serían amablemente recibidos por un comisario de distrito que les lavaría, les reabastecería y les mandaría de regreso a su país.
    Un futuro para Kätchen. En este momento estaba sentada en el salón de segunda de un buque que navegaba con rumbo a Madagascar, y estaba escribiendo una carta.
    Querido William:
    Estamos yendo a Madagascar. Mi marido tiene un amigo que vive allí, y dice que es más agradable ese país que Europa, de modo que, por favor, envíanos el dinero a Madagascar. No lo remitas a nombre del cónsul, puesto que no nos iría bien, sino a la lista de correos. Dice mi marido que no hubiese debido vender los especímenes, pero yo le expliqué que tú estabas dispuesto a pagar lo que valen realmente, así que ahora ya le parece bien. Su valor real es de cincuenta libras esterlinas. Será mejor que nos lo mandes en francos, porque te darán mejor cambio a ti que a nosotros. Tenemos muchas ganas de recibir el dinero, así que mándalo por el medio más rápido. Casi no nos dieron nada por la canoa cuando llegamos a territorio francés. Yo me encuentro en perfecto estado.
    Con cariño, como siempre,
    Kätchen
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Un futuro que para el tío Theodore era lo que en el fondo siempre le había parecido que estaba a su alcance. Dos mil libras al año, un coquetón apartamento de soltero, la oportunidad de recrearse en inagotables reminiscencias; soleados paseos matutinos por St. James’s Street, idas y venidas del sombrerero al zapatero y al club
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Un futuro que para Lord Copper estaba lleno a rebosar de cosas que ningún hombre cuerdo desearía para sí: largos años de ininterrumpida oratoria en otros banquetes y por otras causas; pagos anuales de superimpuestos coronados a su muerte por derechos reales sobre la herencia de una magnitud sin precedentes; deferentes asalariados que abrirían y cerrarían puertas a su paso, asordinados timbres telefónicos y máquinas de escribir casi insonoras
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Caballeros –empezó Lord Copper–, son numerosos los deberes que recaen sobre los hombres que ocupan una posición como la mía. Algunos son onerosos, otros agradables. Pues bien, es un agradabilísimo deber dar esta noche la bienvenida a un colega que –y Lord Copper vio las palabras «todavía muy joven», que le miraban amenazadoras; de modo que las modificó–, aunque todavía es joven en su historial al servicio de Megalopolitan, ya ha sido capaz de añadir brillo a la gran empresa que tan cara es para nuestros corazones. Me refiero a Boot, del Beast.
    El tío Theodore, que llevaba sólo seis horas formando parte de la redacción del Beast, sonrió afectadamente como diciendo que no había para tanto, y empezó a modificar la opinión que se había formado de Lord Copper; en realidad se trataba de un muchacho extraordinariamente cortés, pensó el tío Theodore
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Wagstaff.
    –¿Lord Copper?
    –¿Qué decía esa última nota que te he dictado?
    –«Despedir a Salter», Lord Copper.
    –Mal, muy mal. Toma nota de mis palabras con más exactitud. Escribe: «Cambiar de puesto a Salter
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Lord Copper empezó a verse a sí mismo desde otro punto de vista: se sintió como un líder abandonado por sus seguidores, forzado a llevar él solo la pesada carga del Deber. Bastó esta idea para consolarle. Había estudiado las biografías de otros grandes hombres; todos ellos habían pagado el mismo precio: la soledad. Ninguno de ellos, reflexionó, había disfrutado de la adoración a la que se había hecho acreedor; bastaba recordar a César y Bruto, a Napoleón y a Josefina, a Shakespeare y..., sí, seguro que había habido alguien que traicionó a Shakespeare.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Dígame usted –le preguntó–, ¿adónde se suele ir después?
    –¿Cómo dice?
    El tío Theodore esbozó una sonrisa impúdica.
    –Ya sabe, a redondear la velada.
    –Personalmente –dijo Lord Copper–, tengo intención de irme a la cama sin perder ni un momento.
    –Eso es exactamente lo que estaba insinuándole. ¿Adónde suelen ustedes ir
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Lord Copper le costaba bastante trabajo formarse y retener imágenes de las personas, pero recordaba muy bien la de Boot, y el tío Theodore no se correspondía con ella. ¿Cómo era posible que ese tipo fuese el protegido de Mrs. Stitch? ¿Cómo era posible que ese hombre maduro fuese el más joven inscrito en la lista de nuevos títulos honoríficos? ¿Cómo era posible que Lady Cockpurse hubiese comentado favorablemente la forma de vestir de un hombre así? ¿Acaso –poco a poco empezó a plantearse la cuestión– era ése el mismo caballero con el que él mismo había hablado hacía apenas dos meses, y que luego salió urgentemente camino de Ismailía? Lord Copper le dirigió otra mirada y se encontró con una sonrisa tan educada, tan paternalista, tan intolerablemente sabionda, que le volvió apresuradamente la espalda
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