Algún día, escuchando un concierto, de golpe,
cuando toquen a Brahms, me hundiré en la nostalgia,
pensaré en aquel lazo de seis corazones,
los paseos, los baños, y el parque a la entrada,
en la tímida artista, ¡de ensueño!, en sus ojos,
su sonrisa, tan franca, su alegre sonrisa,
luminosa, grandiosa, de luz, como el globo:
en la risa… y el rostro y la voz de la artista.
Cuando toquen a Brahms, cederé a los recuerdos
de la compra del grano y demás provisiones;
las terrazas al sol y los cuartos por dentro;
del hermano, y el hijo, y el césped, y el roble.