Teresa De La Parra

Ifigenia

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  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    Y al ver, y al tocar así con mis propios ojos y mis propias manos esta inmensa mentira odiosa, sobre la cual, contrariando a la naturaleza pone flores de trapo la apariencia moral, comparé el reinado triunfante que hubiera sido mi porvenir junto a Gabriel, con lo que habrá de ser ya la esclavitud oscura que me aguarda; pensé en la injusticia inicua con que se reparten las porciones en la gran feria humana: toda la alegría para unos, todo el dolor para otros; pensé también en la fuerza invisible que conduce fatalmente los destinos, y con el rostro escondido siempre bajo la almohada mojada de llanto, condensé en una sola palabra el complejo absurdo, y murmuré muchas veces desesperada y vencida:

    —¡Ah! la Vida!… ¡la Vida!…
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    Como en la tragedia antigua soy Ifigenia; navegando estamos en plenos vientos adversos, y para salvar este barco del mundo que tripulado por no sé quien, corre a saciar sus odios no sé dónde, es necesario que entregue en holocausto mi dócil cuerpo de esclava marcado con los hierros de muchos siglos de servidumbre. Sólo él puede apagar las iras de ese dios de todos los hombres, en el cual yo no creo y del cual nada espero. Deidad terrible y ancestral; dios milenario de siete cabezas que llaman sociedad, familia, honor, religión, moral, deber, convenciones, principios. Divinidad omnipotente que tiene por cuerpo el egoísmo feroz de los hombres; insaciable Moloch, sediento de sangre virgen en cuyo sagrado altar se inmolan a millares las doncellas!…
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    ¡Ah conformidad callada de los que viven con el alma muerta! ¡Ah silencio de los resignados, que en la gran caravana caminamos, y caminamos, con la carga de misterios en los hombros, sin jamás preguntar: ¿hasta cuándo?… ¿hasta dónde?… ¿para qué?… La Vida, capitana cruel y sanguinaria de la gran caravana, nos fustiga con su látigo de horas, para que le llevemos la carga durante un pedazo del camino, y se la dejemos en el punto en que ella quiera decir: ¡aquí!
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    Pero los objetos familiares, vistos a plena luz, en los momentos de crisis aguda, tienen una alma viva que nos habla, nos hace señas, se agita bajo el contacto de las manos, y a veces hasta nos muerde, y nos araña los dedos al ir a cogerlos…
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    Al despojarte Eduardo Aguirre te amarró con esas mil cadenas morales y materiales de la dependencia absoluta. Tú, en semejante situación, como toda mujer desvalida y bonita, no has tenido otro camino que el de tratar de vender la belleza de tu cuerpo. Ibas a venderla para siempre a un solo hombre, e ibas a venderla con aprobación de las leyes, de la Iglesia, de la sociedad y de tu familia, como si esas circunstancias de sumisión eterna y de aprobación general no hicieran la venta mil veces más odiosa que las que se hacen clandestinamente, sin garantías legales ni aprobaciones religiosas
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    ¡adiós todos, porque me voy, me voy por fin mañana a reinar eternamente en la gran esplendidez de mi fiesta de alegría!
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    y porque si no vienes a mí, ya, inmediatamente, mañana mismo, te alcanzará por fin la ignominia de ese matrimonio que te asedia; caerás para siempre en las garras de esa especie de prostitución lenta, y resignada, que a ti te pone a llorar de impotencia, y que a mí me subleva en todas las fibras sensibles de mi cuerpo.
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    Y como ahora mí voz, en el dolor monótono del coro, estaba repitiendo ya junto a la voz hermana de Gabriel: «—¡Sed tengo, mi Dios, de morir en tu amor!… ¡Sed tengo, mi Dios, de morir en tu amor!…», fundí en una misma sed abrasadora lo irremediable de la muerte, con lo irremediable de mi infinito amor, y vencida, en brazos de la amargura, anhelando ya tan sólo probar el agua que se bebe más allá de la tumba, al lado de Gabriel a quien ya no podía volver a hablar más nunca, seguí repitiendo: «—¡Sed tengo, mi Dios, de morir en su amor! Sed tengo, mi Dios…».
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    La vida tranquila… ¡la vida tranquila! ¡Ah! no sé por qué digo: «la vida tranquila» y pienso en la tranquilidad blanca de los cementerios, y pienso en la tranquilidad horrible de los ataúdes bajo la tierra…
  • Julián F. Molinacompartió una citahace 4 años
    «Ya tus ojos adorados no han de volver a verme, ni tus oídos adorados han de volver a oírme, no, Gabriel, después de lo que pasó ayer, mientras tío Pancho agonizaba… ¡Gabriel!… no es posible que vuelvas a ver a María Eugenia Alonso, porque aunque tú lo grites en tus besos, y aunque mi alma en un beso, le haya contestado a tu grito diciendo mil veces que sí, María Eugenia Alonso, no es tuya ni puede ser tuya, y tú, en tu hambre de amor, has de respetarla, como los hombres honrados y hambrientos respetan los tesoros, y respetan las riquezas que saciarían su hambre y que no les pertenecen!»
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