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Libros
Guillermo Fadanelli

Plegarias de un inquilino

Ahora que el tiempo se precipita sin ningún pudor hacia la nada, las obras extraviadas en algún rincón de mi librero son la prueba de que tuvo algún sentido renunciar a la universidad o a la posibilidad de una vida económica más digna. De no ser un vago no habría tenido tiempo suficiente para desperdiciar mi vida buscando quién sabe qué cosas entre las páginas de una novela. Entre tanto, seguiré pensando que todo aquél que visita mi casa se lleva un libro debajo del abrigo. Es más sencillo creer que fui robado a poner en orden mis papeles. ¿Para qué? Como el orden no me salvará de la muerte hago mías las palabras finales de El juguete rabioso, la novela juvenil de Roberto Artl: “Iré por la vida como si fuera un muerto. Así veo la vida, como un gran desierto amarillo”.
95 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Ediciones Cal y arena
Publicación original
2013
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Opiniones

  • Salvador Patiño Suárezcompartió su opiniónhace 4 años
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Citas

  • Osmar Caballerocompartió una citahace 4 años
    Es evidente, escribía un Baudrillard resignado, que una mujer siempre sabrá acariciar mejor a otra mujer que cualquier hombre. Es una apreciación arriesgada, pero en tantos casos cierta: las mujeres conocen su cuerpo porque lo vuelven realidad sumando las miradas codiciosas, excitadas de los otros: saben bien que desde la curva de sus muslos varias vidas pueden resbalar e irse al infierno. Dos mujeres acariciándose son la absoluta metáfora del vacío, de un placer sin descendencia, ni principio, ni fin.
  • Osmar Caballerocompartió una citahace 3 años
    En opinión del filósofo era necesario estudiar menos filosofía y pensar más, poner menos atención en la literatura y concentrarse más en las letras. Dejarnos de tonterías como memorizar argumentos, nombres de autores, fechas e iniciar una inmersión en las profundidades del lenguaje que, como sabemos, es la casa del ser.
  • Osmar Caballerocompartió una citahace 4 años
    Una mujer desnuda carece de misterio, excepto porque en el justo momento de la desnudez su rostro cambia, pasa a segundo plano. Y es hasta entonces cuando se vuelve más seductor.

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