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Alejandro Pardo

Fundamentos de producción y gestión de proyectos audiovisuales

  • Paulina Obandocompartió una citahace 4 años
    La cadena de valor del producto audiovisual ha permanecido inalterable durante medio siglo. Sin embargo –y como se ha indicado en las páginas precedentes– está sufriendo ahora un notable cambio gracias a la digitalización y a las nuevas formas de consumo, sobre todo por la desaparición de la copia física y por la concentración en dos grandes mercados: el cine (productos de gran formato, sean películas, documentales o eventos) y el mercado doméstico (diferentes formas de vídeo bajo demanda, principalmente a través de internet). A esto hay que añadir la democratización de los canales de producción y distribución, así como el consumo personalizado. Si hasta ahora la cadena de valor del producto audiovisual se basaba principalmente en una estructura de empresa a empresa (business to business o B2B), es decir, en una serie de intermediarios entre el productor-creador de los contenidos y el público-consumidor, las nuevas tecnologías han facilitado el contacto directo entre el productor y el consumidor-usuario o cliente final (business to client, B2C). De una economía de la escasez y el consumo programado (sujeto a un tiempo, lugar y medio o pantalla) se pasa a una economía de la abundancia y consumo libre (en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier pantalla). En consecuencia, debe transformarse también el modelo de negocio, y el papel de las empresas intermediarias, que dejan de ser meros distribuidores o emisores para pasar a convertirse también en agregadores (gestores) de contenidos y de valores añadidos. El gráfico 10 recoge algunas de las diferentes opciones en los eslabones de la cadena de valor según las distintas pantallas o plataformas.
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