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Marguerite Yourcenar

Cuentos Orientales

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El mítico Oriente de la mano de una de las escritoras más importantes del siglo XX se descubre a través de la esencia de los cuentos legendarios de lugares como Grecia, Asia y los Balcanes. Un viejo pintor que desaparece en el mar que acaba de dibujar; un héroe griego que seduce a las mujeres y las olas, el destino de quien ve a las nereidas; el oscuro poder de la sombra, la diosa Kali, que  se entrega a cualquier hombre y nunca sonríe; o el amor loco de una mujer por el asesino de su marido. Pasiones, secretos y sabiduría se suceden creando un clima donde no hay culpables ni víctimas, tan sólo la vida y su inmenso misterio.
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98 páginas impresas
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Opiniones

  • Marlenecompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🚀Adictivo
    🐼Adorable

    Primer vez que leí a Marguerite y me he quedado con ganas de más. Sus relatos son hermosos y encierran metáforas maravillosas sobre la vida. Mi favorito "Nuestra señora de las golondrinas" pero "La tristeza de Cornelius Berg" es entrañable. 100% recomendada.

  • Mariana Spaccesi Miracompartió su opiniónhace 4 años

    Perfecto

  • Angie Lópezcompartió su opiniónhace 5 años
    🐼Adorable

Citas

  • Marlenecompartió una citahace 4 años
    Puede haber múltiples razones para que una torre no se mantenga en pie, y puede culparse de ello a la torpeza de los obreros, a la mala voluntad del terreno o a la insuficiencia del cemento que traba las piedras. Pero los campesinos servios, albaneses o búlgaros, no reconocen más que una causa de semejante desastre: saben que un edificio se hunde por no haber tenido cuidado de encerrar en sus cimientos a un hombre o a una mujer, cuyo esqueleto sostendrá, hasta que llegue el día del Juicio Final, la carne pesada de las piedras.
  • Marcoscompartió una citahace 3 meses
    Adiós, mis manos queridas, que colgáis a ambos lados de mi cuerpo, manos que ya no podréis hacer la comida, ni hilar la lana, manos que ya no abrazarán a mi bienamado.
  • Marcoscompartió una citahace 3 meses
    ponían gran cuidado en no proyectar su sombra sobre el muro inacabado, ya que es posible, a falta de algo mejor, encerrar dentro de un edificio en construcción a esa negra prolongación del hombre, que tal vez sea su alma, y aquel cuya sombra es apresada de esta manera muere como un desventurado que padece penas de amores.

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