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Libros
Kiran Millwood Hargrave

La chica de tinta y estrellas

  • Cynn Vegacompartió una citahace 4 años
    Cada uno de nosotros lleva el mapa de su vida en la piel, en la manera en que camina, hasta en cómo ha crecido, solía decir papá. ¿Ves? Aquí la sangre de mi muñeca se ve negra, no azul. Tu madre siempre decía que era tinta, y que yo era cartógrafo hasta en lo más profundo de mi corazón.
  • marypatoni1553649compartió una citahace 3 meses
    Cada uno de nosotros lleva el mapa de nuestras vidas en su piel.

    La voz de papá. ¿Por qué hablaba así, lenta y fríamente?

    ¿Lo ves? Aquí la sangre de mis venas no es azul, sino negra.

    ¿Y cómo sabía lo que iba a decir a continuación?

    Tu madre siempre decía que era tinta, y que yo era cartógrafo hasta en lo más profundo de mi corazón.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Miro el mapa terminado y no sé si reír o llorar.
    No tiene sentido quedarse aquí.
    No, no lo tiene. Joya avanza, balanceándose en una corriente desconocida, y yo jamás volveré a permanecer inmóvil
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Es imposible que pueda despedirme de ella de verdad, pero le doy las gracias cada día que pasa. Estoy a punto de terminar mi mapa de Joya, la isla tal y como está ahora. Papá y yo hemos hecho tres viajes para explorar los territorios que no pude ver durante mi viaje y algunos de los pueblos que entonces estaban abandonados ahora ya no lo están.
    Los bosques son verdes y están llenos de vida, y todos los habitantes de Gromera se unieron para comprar jabalíes y ciervos de un barco procedente de Europ. Vi un cervatillo durante nuestra última expedición, bebiendo del lago a los pies de Arintan. La cascada vuelve a caer abundante, pero no me metí detrás de la cortina de agua para ver el agujero por donde Lupe y yo nos caímos. No me gusta la oscuridad, donde no brillan las estrellas
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Es difícil saber la verdad, o incluso si la verdad importa si el final resulta ser una isla flotante. Pero lo que sé es que Lupe se sacrificó para sal
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Aún no sé qué sucedió en el laberinto. Le conté a mi padre todo lo que pude: los tibicenas y la capa secreta del mapa, aunque solo tiene mi palabra de que todo eso sucedió de veras. El mapa está destruido y los perros del demonio han desaparecido. Quizá el mar se los tragó, igual que se tragó a su dueño
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Ahora que el puerto está abierto, se ha reanudado el comercio con los barcos con que nos cruzamos y la mayor parte de la gente ha reconstruido sus casas. Papá incluso compró pintura verde para nuestra puerta nueva y una pajarera llena de pájaros cantores a un barco de Chin. Los liberamos la semana pasada y ahora cantan en todos los árboles
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Aparte de eso, pocas cosas más han cambiado. Mi pelo es un año más largo y mi hombro casi se ha curado. Recuperé la voz que había perdido, aunque sigue sin gustarme usarla. El rostro de Pablo muestra dos grandes cicatrices y le tomo el pelo diciéndole que tiene casi tantas arrugas como Masha. Pero la verdad es que está muy guapo
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    ¿Sabes lo rápido que se mueve una isla flotante?
    Yo sí.
    Unos días es como ir montada en una tortuga marina gigante; es lenta como el sueño. Otras noches, cuando hay luna llena y está cerca, y las olas se elevan como montañas, haciendo aullar a mi gato, corre tan rápida como el viento.
    Así que la respuesta es: una isla flotante se mueve tan rápido como quiere
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Está flotando —dijo mi padre—. Joya está flotando. Isabella, ¿qué has hecho?
    Todavía no era capaz de hablar. El mar, el mar que Lupe había liberado, había arrancado la base de Joya, separándola de su tallo como si fuera una flor. Había oído hablar de islas que flotaban y recorrían el mundo como barcos vivientes, a merced de las corrientes. Esas historias me habían encantado. Ahora, nada importaba.
    El cielo azul de Joya se abrió sobre mí y, bajo mis pies, el mar volvió a la calma. Cerré los ojos y me eché a llorar.
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