Era típico de Lupe no ver algo que tenía bajo sus narices. Y el Dédalo, el laberinto, estaba precisamente ahí, debajo de sus narices, porque el Gobernador Adori había construido su casa justo encima de los túneles naturales que se habían convertido en la prisión de la isla. El marido de Masha había pasado diez años encerrado en el Dédalo, antes de morir