Mamá era de ese tipo de personas que son generosas pero bruscas, desprovistas de psicología, personas que bloquean sus emociones y las transforman en risa o en cólera. Tú sabes bien cuán rápido perdía ella los estribos y se descontrolaba, cómo nos gritaba y nos pellizcaba fuerte. Tenía siempre atenciones con sus hijos que nunca tenía con sus hijas, a las que veía como prolongaciones de sí misma. Ella había dejado que tú fueras para nosotras la ternura y la autoridad, no tenía mal corazón. Yo no me enojé con ella por su ausencia en el Lutetia y en el andén de la estación. Ella no entendió o no quiso entender de dónde volvía yo. Le habría hecho falta encontrar palabras y gestos que no sabía cómo manejar.