Libros
Stefan Zweig

Mendel el de los libros

  • Tess Pedrocompartió una citahace 7 meses
    Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
  • Mildred Osiriscompartió una citahace 5 años
    aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro
  • Tess Pedrocompartió una citahace 7 meses
    Tuvieron que sujetarle. Y, por desgracia, sus gafas cayeron al suelo. El mágico telescopio que le permitía contemplar el mundo del espíritu se rompió así en mil pedazos.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 7 meses
    todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.
  • Mariana Azcárraga Quizacompartió una citael año pasado
    Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
  • Mariana Azcárraga Quizacompartió una citael año pasado
    aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro y, como quien dice, se habían esterilizado
  • b5844185166compartió una citahace 7 años
    tal y como se sacude una máquina tragaperras estropeada que, desleal, retiene lo que le pedimos
  • betzcclcompartió una citahace 17 horas
    porque todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.
  • Victor Avilés Velazquezcompartió una citahace 7 días
    Pero él, Jakob Mendel, a tan sólo dos pulgadas de distancia y ya tiznado por el humo, no había notado nada, pues leía como otros rezan, como juegan los jugadores, tal y como los borrachos, aturdidos, se quedan con la mirada perdida en el vacío. Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano. En Jakob Mendel, aquel pequeño librero de viejo de Galitzia, contemplé por primera vez, siendo joven, el vasto misterio de la concentración absoluta, que hace tanto al artista como al erudito, al verdadero sabio como al loco de remate, esa trágica felicidad y desgracia de la obsesión completa.
  • Katia Albertoscompartió una citahace 16 días
    Una vez en el interior, se reveló como el típico café de arrabal, con ese estilo casi esquemático, burgués, de los de la antigua Viena, lleno a rebosar de gente normal que consumía más periódicos que bollería, y sin los artificios tan de última moda en los cafés cantantes que en el centro de la ciudad imitan a los alemanes.
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