¿Qué hay de común entre la guerrilla indígena de Juan Santos Atahualpa en el Perú alto-amazónico (1742–1755), la conjura de los esclavos negros del Rio Atibaia en Brasil (1832) y la insurgencia de los esclavos en las plantaciones cubanas en las décadas de 1820 y 1830? ¿Entre las aventuras de los cimarrones Luis y Enrique en la Luisiana española (1789) y la epopeya de una aldea cimarrona en el sureste de Santo Domingo (1788–1794)? ¿Y qué sentido tiene referir estas historias a las de Don Carlos Ometochtzin Chichimecatecuhtli, cacique mexicano condenado a muerte por el Santo Oficio en 1539, y Juan Francisco Manzano, esclavo cubano que escribió su autobiografía hacia 1835? Lo que todas estas historias tienen en común es la rebeldía contra el sistema político-social que las dos grandes potencias ibéricas instauraron a partir de 1500 en el Caribe y buena parte de la América continental, basado en el sometimiento de las poblaciones autóctonas y el trabajo forzado de millones de personas de origen o ascendencia africana.
Basados en buena parte en la lectura crítica de testimonios directos o indirectos de rebeldes indios y negros, los ensayos de este libro buscan, trasladando los principios de la historia oral al estudio de documentos de archivo, enfocar la actuación de los colectivos o los individuos rebeldes desde su propio contexto y su propia lógica intelectual, política y cultural.