Carson McCullers

La balada del café triste

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  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    como si una emoción tan cambiante como su amor pudiera dominar el pulso del tiempo.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    El siete es número popular, y para miss Amelia en especial, era el número favorito: siete tragos de agua para el hipo, siete carreras alrededor de la alberca para la tortícolis, siete dosis de Purgante Milagroso Amelia para las lombrices… sus tratamientos giraban casi siempre en torno a ese número. Es un número con las más variadas posibilidades, un número que tienen en gran estima todos aquellos que aman el misterio y la magia.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Cuando se ha vivido alguna vez con otra persona, es un tormento tener que vivir solos. El silencio de una habitación donde arde el fuego, cuando de pronto se para el tictac del reloj; las sombras obsesionantes de una casa vacía… es preferible caer en manos de nuestro peor enemigo que enfrentarnos con el terror de vivir a solas.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Pero el nuevo orgullo que trajo el café a este pueblo se dejó sentir en casi todos los vecinos, hasta en los niños. Porque para ir al café no era necesario pagar la cena, o un vaso de whisky; había refrescos embotellados por un níquel; y si no podía uno gastarse ni eso, miss Amelia tenía una bebida llamada zumo de cereza que valía un penique el vaso y era de color rosa y muy dulce. Casi todo el mundo, excepto el reverendo T. M. Willin, iba al café por lo menos una vez a la semana. A los niños les encanta dormir en casas ajenas y comer con los vecinos; en esas ocasiones se portan como es debido y se ponen orgullosos. Así de orgullosos se sentían los vecinos del pueblo cuando se sentaban a las mesas del café. Se lavaban antes de ir donde miss Amelia y al entrar en el café se restregaban los pies muy finamente en el salón. Y allí, por lo menos durante unas horas, podía uno olvidar aquel sentimiento hondo y amargo de no valer para gran cosa en este mundo.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Lo más desconcertante es que todas las cosas útiles tienen un precio y se compran solo con dinero, y que así es como está organizado el mundo. Sin tener que pararse a pensar, ya sabe uno cuál es el precio de una bala de algodón o de un cuartillo de melaza. Pero a la vida de un hombre no se le ha puesto precio: nos la dan de balde y nos la quitan sin pagárnosla. ¿Qué valor puede tener? Si se pone uno a considerar, hay momentos en que parece que la vida tiene muy poco valor, o que no tiene ninguno. Cuántas veces, después de haber estado uno sudando, y esforzándose, y las cosas no se le arreglan, se le mete a uno en el fondo del alma el sentimiento de que no vale gran cosa.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Y, como suele ocurrir cuando se anda titubeando, hizo lo peor que podía hacer: tomar por varios caminos a la vez, unos en un sentido y otros en el sentido contrario.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Le gustaba ver trabajar a los demás, como les pasa a todos los vagos de nacimiento.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    El amado podrá ser un traidor, un imbécil o un degenerado; y el amante ve sus defectos como todo el mundo, pero su amor no se altera lo más mínimo por eso. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es solo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.

    Por esta razón, la mayoría preferimos amar a ser amados. Casi todas las personas quieren ser amantes. Y la verdad es que, en el fondo, el convertirse en amados resulta algo intolerable para muchos. El amado teme y odia al amante, y con razón: pues el amante está siempre queriendo desnudar a su amado. El amante fuerza la relación con el amado, aunque esta experiencia no le cause más que dolor.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    En primer lugar, el amor es una experiencia común a dos personas. Pero el hecho de ser una experiencia común no quiere decir que sea una experiencia similar para las dos partes afectadas. Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente. Permítasenos añadir que este amante no ha de ser necesariamente un joven que ahorra para un anillo de boda; puede ser un hombre, una mujer, un niño, cualquier criatura humana sobre la tierra.

    Y el amado puede presentarse bajo cualquier forma. Las personas más inesperadas pueden ser un estímulo para el amor.
  • c a t hcompartió una citahace 2 años
    Como el jorobado era tan exageradamente sociable, miss Amelia empezó a salir un poco, a funerales y cosas así.
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