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Nona Fernández

La dimensión desconocida

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  • Ana Bernardinocompartió una citahace 4 años
    Abramos esta puerta con la llave de la imaginación. Tras ella encontraremos una dimensión distinta. Están ustedes entrando a un secreto mundo de sueños e ideas. Están entrando en la dimensión desconocida.
  • Naycompartió una citahace 4 años
    Soñé con ese lugar y desperté de ese sueño muchas veces.

    Ahora mismo no termino de espantarlo y quizá por eso lo escribo aquí como una forma de sacármelo de encima.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    Imagino el paisaje blanco del Ártico y a esa criatura, mitad bestia y mitad humana, deambulando por el vacío, condenado a la soledad y a ese olor que nunca dejará atrás porque es parte de sí mismo. El monstruo se arrepintió, insisto. Por eso termina escondido en el Ártico. ¿Ese gesto no tiene valor?

    Puede tenerlo, dice M. Pero eso solo lo convierte en un monstruo arrepentido.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    Guerrero hijo lee una carta que su propia hija ha enviado desde Europa donde se encuentra estudiando. Es un mensaje para todos, porque no quiere estar ausente pese a la distancia. Habla de la herencia que la vincula a esta esquina y del desafio de mantener la memoria activa. Mientras Guerrero hijo lee la carta, pienso que este memorial y toda esta ceremonia es para ella. No para su abuelo y sus compañeros, no para sus padres, no para nosotros, sino que para ella y para los niños del coro. Para los hijos de Weibel hijo. Para L, la hijita de X. Para S que mira todo desde los hombros de su padre N. Para mi propio hijo, que aburrido de seguirme a ceremonias como esta, hoy no me acompaña.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    La delirante idea dio resultado. Algún lente de algún periscopio de algún submarino captó la imagen y rápidamente la tripulación alemana asumió que no había peligro aparente para salir a flote. Según el animador del programa, el día 15 de marzo de 1917 el barco carnada británico atacó al primero de los submarinos que serían destruidos usando este extraño procedimiento.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    Lloré despacito, a escondidas, sin que nadie se diera cuenta.

    Después sentía pena, se me hacía un nudo en la garganta.

    Después soportaba el llanto.

    Después dejé de llorar.

    Sin querer queriendo me acostumbré.

    Al final ya no sentía nada.

    Me había convertido en otro.

    En uno que se levanta y se acuesta con olor a muerto.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    Lo imagino sumergiéndose en las profundidades de ese mar azul que el mayor Gagarin logró ver desde el espacio tiñendo el planeta completo. La Tierra es azul, dijo por radio mirando a través de su ventana redonda el mar en el que dormiría años después y para siempre el compañero Yuri. La Tierra es azul y hermosa, dijo, y desde aquí, que la Historia lo registre, por favor no lo olviden nunca: no se escucha la voz de ningún dios.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    El joven Kinjo, que ahora es un viejo, quiso suicidarse luego de haber matado a su familia, pero no lo logró. Ahora se avergüenza cuando habla a cámara. Dice haber actuado contra la naturaleza, pensando que estaba en lo correcto, que hacía algo heroico siguiendo la orden del Emperador. Su acción fue tan cruel como la que habría tenido un enemigo. Y es que el joven Kinjo, que ahora es un viejo, dice haberse convertido, sin quererlo, en su peor enemigo. El joven Kinjo, que ahora es un viejo, dice que no es tan difícil transformarnos en lo que más tememos.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    He trabajado tanto con estas imágenes que como un buitre me he acostumbrado a ellas y he perdido toda sensibilidad frente a lo que generan. El escalofrío revelador que sentí al conocerlas se terminó transformando en algo cotidiano y corriente.
  • Beth Luriiacompartió una citael año pasado
    Cuando le conté que el responsable de todo lo que acababa de ver en el museo era uno de los hombres que hacían las leyes para organizar al país, me miró con desconcierto y se echó a reír como si lo que había dicho fuese un chiste. A los diez años mi hijo ya se daba cuenta de las malas bromas de la historia chilena.
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