Teatro de títeres: humildes muñecos movidos por la destreza de un anciano bondadoso… Pero seres humanos también, seres humanos que palpitan y bullen en la ciudad, dejando al descubierto sus propias miserias, sus inclinaciones, sus torpes sentimientos, sus mezquindades, sus odios, sus reacciones… En torno a un adolescente desamparado, agítanse las pasiones de seres cuyas ruindades — fantochadas, hipocresía, ambición, crueldad, sueños engañosos — adquieren, a lo largo de la narración y por la lograda delimitación de los personajes, caracteres de símbolos, aunque sin perder en ningún momento su condición humana. Un hálito poético, como corresponde a la fina sensibilidad de la autora, anima todas las páginas de esta interesante novela, galardonada con el Premio Planeta 1954.