De cerca Troika era entregada, casi sumisa; de lejos, indiferente y hasta feroz. Siempre parecía estar haciendo algo importante, pero en realidad solo le importaba yo, en primer lugar, Francisca en segundo y luego los demás habitantes de la casa sin ningún orden en particular. El resto de la gente le daba igual, incluido mi hermano, a quien nunca le hizo demasiado caso. Digamos que lo toleraba, que era cortés. En cambio, a mí me tenía una devoción sin fondo que ahora, tanto, tantísimo tiempo después, recuerdo todavía como el gran amor de mi vida