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Mijail Bajtin

Estética de la creación verbal

  • Yeni Rueda Lópezcompartió una citael año pasado
    El arte y la vida no son lo mismo, pero deben convertirse en mí en algo unitario, dentro de la unidad de mi responsabilidad.
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    o creo activamente el cuerpo exterior del otro como un valor, por el hecho de ocupar una posición emocional y volitiva determinada con respecto a él, precisamente al otro; esta actitud mía está dirigida hacia adelante y no es reversible hacia mi persona directamente. La vivencia del cuerpo desde sí mismo: el cuerpo interior del héroe se abarca por el cuerpo exterior para el otro, para el autor, cobra corporeidad estéticamente gracias a su reacción valorativa. Cada momento de este cuerpo exterior que abarca el interior tiene, en tanto fenómeno estético, una doble función: la expresiva y la impresiva, a las cuales les corresponde una doble orientación activa del autor y del contemplador.
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    mi apariencia —mi ser para otros— tiende a vincularse con mi autoconciencia y tiene lugar el regreso a mí mismo para un uso interesado, para mí, de mi ser para otro. Entonces mi reflejo en el otro, aquello que yo represento para el otro, se vuelve mi doble que irrumpe en mi autoconciencia, enturbia su pureza y me declina de una actitud directa valorativa hacia mi persona. El miedo del doble. El hombre, que acostumbra soñar concretamente con respecto a su persona tratando de imaginarse su imagen externa, que aprecia de una manera enfermiza la impresión externa que deja, pero que no está seguro de esta impresión,
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    Pero esto presupone una posición autoritaria y valorativa fuera de mí. Solamente en una vida percibida de esta manera, en la categoría del otro, mi cuerpo puede volverse estéticamente significativo, pero esto no puede suceder en el contexto de mi vida para mí mismo, no en el contexto de mi autoconciencia.
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    tes planos (niveles) de visión y apreciación (real y concreta esta última, y no abstracta) y, para que nos traslademos a un plano único, yo habría de colocarme valorativamente fuera de mi vida y de percibirme como a otro entre otros; esta operación se realiza sin dificultad por el pensamiento abstracto,
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    a cientificidad positivista definitivamente redujo el yo y el otro a un denominador común. El pensamiento político. La rehabilitación sexual del romanticismo.26 La idea del derecho del hombre en tanto que otro. Ésta es la historia breve, sólo en sus rasgos más generales e inevitablemente incompleta, del cuerpo en la idea del hombre.
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    degenera por fin en el organismo como conjunto de necesidades del hombre natural de la época de la Ilustració
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    Tales son los elementos constitutivos del cristianismo. En su desarrollo, desde el punto de vista de nuestro problema, notamos dos corrientes. En una, salen al primer plano las tendencias neoplatónicas: el otro es ante todo un yo-para-mí; la carne en sí misma, tanto en mí como en el otro, es mala. En la otra corriente, encuentran su expresión ambos principios de la actitud valorativa en su particularidad: la actitud hacia uno mismo y la actitud hacia el otro. Por supuesto, estas dos corrientes no existen en su aspecto puro, sino que representan dos tendencias abstractas, y
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    Dios no es aquel en cuyas manos da miedo caer, no es aquel cuya vista da muerte19 (autocondena inmanente), sino que es el padre de los cielos que está por encima de mí y que me puede justificar y perdonar en los casos en los que yo desde mi interior no me puedo perdonar ni justificar por principio, permaneciendo puro para conmigo mismo. Lo que yo he de ser para el otro es Dios para mí.
  • Milagros Fernándezcompartió una citahace 4 meses
    n Cristo encontramos una síntesis, única por su profundidad, del solipsismo ético, de la infinita severidad del hombre para consigo mismo, esto es, de una actitud hacia su persona que es intachablemente pura, con una bondad hacia el otro que es de carácter ético y estético: aquí por primera vez se manifiesta una infinita profundización del yo-para-mi,
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