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Libros
León Tolstoi

La muerte de Iván Ilich

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 10 horas
    La vida, una serie de sufrimientos cada vez mayores, volaba más y más deprisa hacia su fin, hacia el sufrimiento más espantoso. «Estoy volando…» Se estremecía, se agitaba, trataba de oponerse, pero sabía que ninguna resistencia era posible, y otra vez, con ojos cansados ya de tanto mirar, aunque era incapaz de apartar la vista de lo que tenía delante, contemplaba el respaldo del sofá y esperaba esa caída
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 10 horas
    Hasta las tres más o menos estuvo sumido en un estado de doloroso sopor. Tenía la impresión de que alguien quisiera meterlo sin contemplaciones en un saco estrecho, negro y profundo, que lo empujaban una y otra vez, pero no conseguían que pasara por el agujero. Y esa operación, tan terrible para él, le acarreaba un enorme sufrimiento.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 11 horas
    De esa manera transcurre una hora y luego otra. De pronto suena el timbre en la puerta de entrada. Si fuera el médico... En efecto, es él, fresco, sano, gordo, alegre, con esa expresión que parecía decir: «Bueno, se ha asustado usted, pero ya estoy yo aquí para arreglarlo todo». El médico sabe perfectamente que en este caso la mencionada expresión no tiene ningún sentido, pero está ya tan acostumbrado a ella que no se la puede quitar de la cara, como esos hombres que se ponen el frac por la mañana para ir de visita.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 11 horas
    Desde entonces Iván Ilich empezó a llamar alguna vez a Guerásim para que le sostuviera los pies, apoyándolos en los hombros, y se aficionó a charlar con él. Guerásim hacía lo que le ordenaba de buena gana, con agilidad, sencillez y una bondad que conmovía a Iván Ilich. La salud, el vigor y las ganas de vivir le ofendían en todos los demás, pero en el caso de Guerásim esas cualidades, lejos de entristecerle, le aquietaban.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 11 horas
    El ejemplo del silogismo que había aprendido en la lógica de Kiezewetter: «Cayo es un hombre. Todos los hombres son mortales. Luego Cayo es mortal» le había parecido siempre correcto, pero solo con relación a Cayo, en ningún caso aplicado a sí mismo. Para el hombre Cayo, para el hombre en general, era algo totalmente correcto; pero él no era Cayo ni un hombre en general, él siempre había sido un ser especial, completamente distinto de los demás:
  • Ismael Flores Vargascompartió una citahace 2 años
    Mentiría si afirmara que el dolor me impide ocuparme de asuntos prácticos. Al contrario, si hay algo que pueda procurarme no ya algún sosiego, sino cierta distracción, son todos estos trámites concernientes a mi difunto marido
  • Ismael Flores Vargascompartió una citahace 2 años
    como pasa con todos los muertos, el rostro era más hermoso y, sobre todo, más expresivo que de vivo. Era como si dijera que había hecho lo que tenía que hacer, y además de una manera correcta. También podía leerse un reproche o una advertencia a los vivos.
  • Ismael Flores Vargascompartió una citahace 2 años
    Como suele suceder en tales casos, Piotr Ivánovich entró sin saber muy bien lo que debía hacer allí dentro.
  • Ismael Flores Vargascompartió una citahace 2 años
    «Es él quien ha muerto, no yo», pensaron o sintieron todos.
  • Ismael Flores Vargascompartió una citahace 2 años
    al enterarse de la muerte de Iván Ilich, el primer pensamiento de cada uno de los presentes fue calibrar en qué medida ese deceso podía favorecer su propio traslado o promoción o el de alguno de sus conocidos.
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