bookmate game
Elena Ferrante

La hija oscura

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Qué estupidez pensar que una pueda confesarse ante los hijos antes de que cumplan al menos cincuenta años. Pretender ser vista por ellos como una persona y no como una función. Decir: yo soy vuestra historia, vosotros salisteis de mí, escuchadme, podría serviros.
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Entre mis fantasías más temidas estaba la idea de que pudiera empequeñecer, volver a la adolescencia, a la infancia, ser condenada a vivir de nuevo esas fases de mi vida.
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Yo misma estaba jugando ahora, una madre no es más que una hija que juega, me ayudaba a reflexionar.
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Para qué ponerse a discutir, mejor esta monótona calma de los lugares comunes.
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Los hombres tienen siempre algo patético, a cualquier edad. Una arrogancia frágil, una audacia temerosa. Ya no sé si me han inspirado amor alguna vez o solo han despertado en mí una afectuosa comprensión por su debilidad.
  • Breny Monzóncompartió una citahace 2 años
    Ella nunca nos dejó, aunque lo anunciara a gritos; yo en cambio dejé a mis hijas casi sin anunciarlo.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    —Porque me di cuenta de que no era capaz de crear nada mío que pudiese equipararse a ellas.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    —Las quería demasiado y me parecía que el amor por ellas me impedía ser yo misma.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Pobres seres salidos de mi vientre, solas ahora en la otra punta del mundo. Me puse la muñeca sobre las rodillas como para que me hiciera compañía. Por qué la había cogido. Custodiaba el amor de Nina y de Elena, su vínculo, la pasión recíproca. Era el testimonio resplandeciente de una maternidad serena. Me la llevé al pecho. Cuántas cosas desperdiciadas, perdidas, tenía a mi espalda, y sin embargo presentes, ahora, en un vértigo de imágenes. Sentí nítidamente el deseo de no devolver a Nani, aunque advertía el remordimiento, el miedo de tenerla conmigo. La besé en la cara, en la boca, la abracé fuerte, como había visto hacer a Elena. Emitió un gorgoteo que me pareció una frase hostil y lanzó un chorro de saliva oscura que me ensució los labios y la camiseta.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Remonté las dunas, me adentré en el pinar, pero me parecía oír todavía los gritos de la niña. Estaba confusa, me llevé una mano al pecho para calmar el corazón, que corría demasiado. La muñeca la tenía yo, estaba en mi bolso.
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)