A medida que Hamsun fue envejeciendo y su sueño se fue haciendo más ligero, pasaba buena parte del día dormitando. Para compensar su falta de energía, aprovechaba todo rapto de inspiración que le llegase, garabateando de inmediato en trozos de papel. Más tarde, extendía estos papeles sobre una mesa, buscando en ellos pistas para una historia o un personaje