— ¿Con chips de chocolate?, —Le pregunta.
—Por supuesto, —le dice, haciéndola chillar nuevamente como si nunca tuviera chocolate o algo así. Me inclino y le doy a mi chica un beso.
—Saca a tus hombres de mi casa, —le digo a Henry, que solo sonríe cuando se da vuelta para irse. Ofrezco a sus agentes una mirada asesina mientras lo siguen.
—Malditos, —murmuro, luego giro para ir hacia mi esposa. Me quedo sin aliento cuando la veo, su vestido y su cabello ondean al viento, el sol se pone detrás de ella. Dios, ella se ve perfecta. Se da vuelta un poco, mostrando su barriga muy embarazada. Después de que tuvimos a Emma, queríamos esperar un poco para disfrutar nuestra primera hija antes de que tuviéramos otra. Ahora nuestro hijo está listo para venir en cualquier momento.
— ¿Asustas a esos agentes? —Ella me lanza una sonrisa. La ignoro, caminando hasta ella y besándola. Largo y profundo. Cada vez que mi boca toma la de ella, mi cuerpo se relaja. Cuando retrocedo, ella respira pesadamente, sus mejillas sonrojadas.
—Tenemos toda la noche. Puedes ser tan fuerte como quieras, —le digo.
—Tú eres el fuerte, —responde ella. Quiero tirar de ella al suelo y tenerla aquí para mostrarle quién es el más fuerte, pero hoy ha tenido suficiente sol.
—Ven. Te hice la cena para variar.
— ¿En serio? —Ella me lanza una sonrisa. —Porque ya hice la tuya.