no es nada condescendiente con los hechos: no quita ni agrega, no inventa. Y si recuerda, cuenta las cosas de modo tal que al rememorarlas dice lo que efectivamente fue. Porque aquello de lo que se escribe está ahí, latente en ese “presente ileso”. Esa es su potencia y su verdad, su capacidad de afectarnos desde el lugar de los hechos; la imposibilidad de desconocer que vamos a ser dañados: “esta herida la lavé ayer / y hoy de nuevo”