Valiente y sabio libro. Hermoso, para tiempos duros. Poseedor de una palabra justa y de peso político, porque reconoce, en un grandioso gesto intempestivo y en contra del sentido común dominante, la trampa de nuestro tiempo: caer en las garras de la indistinción y la indiferencia reinantes. Lejos de la supuesta orfandad individual declama la connivencia con los otros: “Poco a poco cercados / los sitios de mi cuerpo. / No, no lo hice sola / no puedo sola con tanto / territorio vivo”. Como si afirmara contra toda certeza que no tomar partido es (hubiera sido, podrá ser) volverse inofensiva, quitarse potencia.
Con fuerza renovada, la voz poética se afirma múltiple en este tercer libro de la autora, como un inclaudicable lugar de resistencia. Nos recuerda que estamos en el mundo para desobedecer. Y que la palabra poética puede ser un arma de lucha. — Diego Ravenna