Zen Cho

La mujer de terracota

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  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    —¿Me recordarás cuando vuelva?
    —Por supuesto. Te echo de menos cada vez que te vas.
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    Es un gran sufrimiento conocer solo la juventud.
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    El puente no llevaba a ningún sitio, no tenía fin. Los valientes saltaban y se sumergían en el mar desconocido, mientras los cobardes se arrastraban palmo a palmo hasta que la luz se los tragaba. Pero el final era el mismo. Era un principio.
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    ¿Pero por egoísmo? —replicó Ling’en—. Querida hermanita, ¿quién no movería cielo y tierra por eso?
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    ¿Estar atada a esta mente para toda la eternidad? Esa tortura es peor que todo lo que puedas sufrir en las diez cortes del infierno.
    —Pero… todavía estás aquí —aventuró Siew Tsin.
    Algo de la vieja acritud de Ling’en volvió a su voz.
    —¿Acaso tú haces siempre lo que debes?
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    ¿Qué haría un funcionario infernal si no tuviera espíritus a los que acorralar hasta su próxima vida, o que le sobornaran para que no lo hiciera?
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    «Pero el egoísta ve con claridad», pensó Siew Tsin.
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    Eso era lo que Siew Tsin odiaba de los hombres, pensó de repente, para su propia sorpresa. Nunca antes había caído en la cuenta de que los odiaba, pero lo hacía, y ese era uno de los motivos: esa demanda constante de simpatía e interés que requerían de cualquier mujer en las inmediaciones. A Junsheng no le gustaba Siew Tsin, ni siquiera la conocía, pero aun así también apelaba a ella.
  • zafiroboliviacompartió una citael año pasado
    En el infierno, como en todas partes, el ser humano era su propio peor enemigo.
  • Ana Saenzcompartió una citael año pasado
    La mujer de terracota consigue que nos planteemos si debemos detenernos un momento y reflexionar sobre si la vida que llevamos es la que hemos elegido o debemos hacer algo para cambiarla. Una pregunta que a veces, llevados por las obligaciones y la rutina, queda enterrada en el fondo de nuestra mente, pero que es sano recordar. Pues la vida, como nos enseña el relato, no es eterna.
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