Y de su cuello colgada,
besándole enloquecida,
por las lágrimas velada
la mirada enamorada,
por la pasion encendida
y en Ataide encarnizada;
la pálida frente pura
reflejando la hermosura
del amor de los amores,
de la maternal ternura
olvidaba en la locura
de su espanto los horrores.