El simple arte de matar

El detective de esta clase de relatos tiene que ser un hombre así. Es el héroe, es todo. Debe ser un hombre completo y un hombre común, y al mismo tiempo un hombre distinto a todos. Debe ser, para usar una frase un tanto erosionada, un hombre de honor por instinto, inevitablemente, sin pensarlo y por supuesto, sin decirlo. Debe ser el mejor hombre de este mundo, y un hombre lo suficientemente bueno para cualquier mundo.

Hammett hizo algo más: logró que escribir novelas de detectives fuera divertido, y no un agotador encadenamiento de claves insignificantes.

Se dice que a Hammett le faltó corazón, y sin embargo la descripción del afecto de un hombre por un amigo era el relato con el que más se identificaba. Era sobrio, frugal, áspero, pero logró una y otra vez lo que sólo los mejores escritores pueden hacer. Escribió escenas que en apariencia nunca se habían escrito hasta entonces.

Todo el lenguaje comienza con el lenguaje hablado, y en especial con el que hablan los hombres comunes, pero cuando se desarrolla hasta el punto de convertirse en un recurso literario, sólo tiene la apariencia de lenguaje hablado.

Hammett escribió desde el principio (y casi hasta el final) para personas con una actitud aguda y agresiva hacia la vida. No tenían miedo del lado sórdido de las cosas; vivían de ese lado. La violencia no los desanimaba porque la veían a diario en sus calles.

Aunque tuviera importancia, no es fácil decidir cuán original fue en verdad Hammett como escritor. Fue parte de un grupo, solo él logró el reconocimiento de la crítica, pero no fue el único que escribió o trató de escribir novelas de misterio realistas. Todos los movimientos literarios son así: se elige a un individuo como representante de todo el movimiento; por lo general representa la culminación del mismo. Hammett fue el emergente del grupo, pero no hay en su obra nada que no esté implícito en las primeras novelas y cuentos cortos de Hemingway.

El mal escritor es deshonesto sin saberlo, y el escritor más o menos bueno puede ser deshonesto porque no sabe sobre qué cosa ser honesto. Cree que un plan complicado para un asesinato, que ha desconcertado al lector perezoso porque no se molestó en reparar en los detalles, desconcertará también a la policía, cuya obligación es ocuparse de los detalles.

La historia clásica de detectives no aprendió nada ni olvidó nada. Es la narración que uno encuentra casi todas las semanas en las revistas brillosas, con bonitas ilustraciones, y que prestan su debido homenaje al amor virginal y al tipo adecuado de artículos de lujo.

Pero el buen relato policial y el mal relato policial se refieren exactamente a las mismas cosas, y se refieren a ellas aproximadamente de la misma manera. También hay razones para esto, y razones para las razones; siempre es así.

Pero el buen relato policial y el mal relato policial se refieren exactamente a las mismas cosas, y se refieren a ellas aproximadamente de la misma manera. También hay razones para esto, y razones para las razones; siempre es así.