No te tendré soñando con una hermosa mujer llamada Monique mientras yo esté amamantando a tu hijo —objetó Rachelle.
Eso lo dejó helado.
—¿Quieres de veras darme hijos?
—¿Tienes una idea mejor? —cuestionó ella, e hizo una pausa—. No veo otro hombre alrededor. Y te amo, Thomas, aunque sueñes con otra mujer.
—Y yo te amo, Rachelle —confesó él agarrándole la mano y besándola—. Nunca soñaría con otra mujer. Nunca.