Dario Fo

Aquí No Paga Nadie

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  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    LUIS. —Juan, a tí te pasa algo. ¿Pero qué dices?

    JUAN. —¿Y lo que tú dices, qué? Que el patrón tiene que pagarnos el billete porque viajamos para él. Según eso, tendría que pagarnos también las horas de sueño, porque descansamos para él, y el cine y la tele porque nos ayudan a descargar las neuronas de la cadena de montaje. Y también tendría que pagar un porcentaje a nuestra mujer cuando hacemos el amor con ella, porque así nos recargamos para él, y así rendimos más, ¡Anda, no me vuelvas loco!

    LUIS. —No soy yo quien te vuelve loco, sino el patrón, que te atonta en todas partes: en el cine, con esos polvos imposibles, con culos que palpitan, con esas mujeres que mueven la boca y la lengua como si lamieran helados... ¡y lo llaman cultura del eros!

    JUAN. —En lo del cine llevas razón, porque cuando sales de una película, para relajarte te encuentras con el desfile de las vallas publicitarias: culos para anunciar sujetadores, culos y tetas para bolígrafos, pasta de dientes y yogures... Y tu mujer camina a tu lado, la miras... y no tiene el cabello suave y vaporoso como brisa marina, no se perfuma con los limones salvajes del Caribe, sus tetas son normales redondas, y no bailan... El trasero es sólo un trasero, no un culo, como los del cine... ¡No palpita! Tiene los pies hinchados, las manos rojas, las uñas rotas, y yo la miro y me entran ganas de tirarla a la basura. Desde luego, es una mierda.

    LUIS. —Es un asco porque ellos lo montan así, lo apestan todo: te ensucian el aire, te contaminan los rios, te convierten el mar en una cloaca. Te convierten también el amor en una cloaca, y las relaciones con la gente, y la comida...
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    LUIS. —No; he llegado a esas conclusiones yo solo. No es difícil comprender que así no hay quien siga, que no podemos esperar buena voluntad por parte del gobierno, o que intervengan los sindicatos, y luego los sermones del Partido. Ya está bien de delegar siempre en alguien, hasta para ir a mear. Y encima la confianza, el sentido de la responsabilidad, y tener paciencia y comprensión... No, se acabó, tenemos que movernos solos, y cambiar las cosas nosotros...
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    (Se asoma a la puerta LUIS, el marido de MARGARITA)

    LUIS. —¿Hay alguien? ¿Se puede?

    JUAN. —Hola Luis. ¿Qué haces aquí a estas horas?

    LUIS. —Ahora te explico. ¿Sabes algo de Margarita? He ido a casa y está todo abierto, pero no hay nadie.

    JUAN. —Pues sí..., tu mujer estuvo aquí hace un rato y luego se fue con la mía.

    LUIS. —¿A dónde? ¿Para qué?

    JUAN. —Cosas de mujeres.

    LUIS. —¿Qué cosas de mujeres?

    JUAN. —Cosas de mujeres. No nos importan.

    LUIS. —¡Claro que me importan!

    JUAN. —¿Ah sí? Pues entonces, ¿por qué no te has ocupado de reservar la cama hace un mes?

    LUIS. —¿La cama para qué?

    JUAN. —Claro, son cosas de mujeres, ¿verdad? Típico. Les soltamos el sobre con la nómina, y: "¡Arréglatelas!". Hacemos el amor, y luego: "Toma la píldora"; las dejamos preñadas, y "Apáñatelas". Y el niño, para ellas, para que lo lleven a la guardería, y lo recojan, y...

    LUIS. —¿Qué dices?

    JUAN. —Digo que tienen razón. Somos tan explotadores como los patronos.
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    INSPECTOR. —Qué va; lo que ocurre es que yo pienso mucho las cosas. Y además me cabreo, porque tenéis que dejar ya de vernos como a una panda de cretinos analfabetos, que se mueven a toque de silbato "A las órdenes, a saltar, ladrar, morder", ¡como si fuéramos perros guardianes! Y ojo con hablar, con discutir... no hay que expresar ideas propias... ¡a callar!, ¡al suelo!
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    JUAN. —¿Qué le pasa a Margarita?

    ANTONIA. —¿Qué le pasa de qué?

    JUAN. —Pues que está muy hinchada por delante... que tiene una barriga tremenda.

    ANTONIA. —Y qué. ¿Es la primera vez que ves a una mujer casada con barriga?

    JUAN. —¿Quieres decir... que está embarazada?

    ANTONIA.— Es lo menos que puede pasarle a una si hace el amor.

    JUAN.— Pero, ¿de cuánto está? El domingo pasado la vi y no me pareció.

    ANTONIA. —¿Qué sabrás tú de mujeres? Además, desde el domingo ya ha pasado una semana, y estas cosas, ya se sabe... (Se ocupa de mil cosas para disimular.)

    JUAN. —Oye, que no soy tan tonto. Y, además, su marido no me ha dicho nada.

    ANTONIA. —Hay cosas que no apetece ir contando por ahí.

    JUAN. —¿Qué dices? ¿No le apetece decir que su mujer está embarazada? ¿Es que ahora tener un hijo va a ser una vergüenza?
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    ANTONIA. —El mío no me mata porque lo prohíbe la ley, pero me agota con sus historias: que si el nombre mancillado, que si "¡antes morir de hambre que ir contra la ley! Yo lo he pagado siempre todo...; pobre, pero honrado...; quiero llevar la cabeza bien alta...", y venga a machacarme hasta que no pueda más, Pero, ¿qué es esto? ¿Carne compuesta para perros y gatos? ¡Fíjate!
  • Santiago Romerocompartió una citahace 5 años
    ANTONIA. —Pues sí, fue muy bonito, porque estábamos todos juntos, mujeres y hombres, haciendo algo justo y muy valiente, contra los patronos. ¡Vaya susto que les hemos dado! Figúrate que en algún supermercado ya han bajado los precios.

    MARGARITA. —Habéis hecho divinamente. ¿Pero qué piensas contarle a tu marido, el cuento de los cupones?

    ANTONIA. —¿No se lo va a creer, verdad?
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