Breve anatomía del prejuicio

tres estructuras mentales o esquemas interactuantes que conforman el monstruo del prejuicio:

1. Un estereotipo infundado: Una creencia irracional que no tiene más fundamento que la habladuría. Vale la pena destacar que no todos los estereotipos son simplificaciones arbitrarias; algunas generalizaciones tienen fundamento y nos sirven para agilizar la toma de decisión. El problema ocurre cuando se nos va la mano y extendemos -más allá de lo razonable- algunos rasgos y sobregeneralizamos. Existe toda una tipología discriminatoria creada por la cultura, que trasmitimos en los procesos educativos.

2. Un sentimiento de miedo y hostilidad contra ellos: Este sentimiento de fastidio y malquerencia está íntimamente relacionado con la creencia que define el estereotipo y no puede desligarse de él.

3. Un comportamiento discriminativo: Implica negarle a una persona o a determinado grupo, un trato justo e igualitario, desconociendo los Derechos Humanos.

El clasista se niega rotundamente a establecer relaciones estrechas entre individuos de diferentes clases sociales. Así de simple y excluyente.

Sexismo (prejuicio de género): cualquier teoría o discurso que defienda la superioridad (vg. biológica, intelectual, social) de un sexo sobre otro. El feminismo ha demostrado hasta la saciedad que la discriminación femenina estaba fundamentada en prejuicios pseudocientíficos y políticos. Sólo para citar un ejemplo. Paul Julios Moebius (científico del siglo XIX), escribió un tratado de psiquiatría donde sostenía desfachatadamente la teoría de la inferioridad mental de las mujeres y afirmaba que ellas eran biológicamente deficientes y que la naturaleza las quiere subordinadas, sometidas y esclavas. Mucha gente todavía está de acuerdo con Moebius.