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Ana Navajas

Estás muy callada hoy

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Atrapada en la mitad de la vida, la narradora de este diario ficticio, o de esta ficción del yo, no encuentra su propio deseo. Es, a la vez, hija, esposa, hermana, madre de tres y huérfana. Pero, ¿quién es ella, ella sola, sin tener que ocuparse de nadie, ni del perro? La escritura aparece como el lugar donde sucede esa pregunta. Es la desertora, la que se aleja para fumar y observa los tics de clase, los remolinos familiares, las mutaciones invisibles. Hoy está muy callada, sí, pero ese silencio está lleno de palabras y, bajo la aparente quietud, está este movimiento verbal, el duelo, el relato, la resultante de todo el tironeo emocional: una soledad construida y la defensa de una voz propia. Parece decirnos: déjenme estar callada, estoy viviendo. Y, en ese reclamo de sentir las cosas a su manera y a su propia velocidad, hay a veces humor, curiosidad infinita ante el misterio de los hijos, recuerdos de una infancia en el calor del Litoral. La voz se despliega con inteligencia, librada de la gratuidad de la ficción y desentendida de la fidelidad autobiográfica. Así los textos van conformando una novela agazapada, en la independencia total de la mirada.
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122 páginas impresas
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
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Opiniones

  • Diego Camposcompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó

  • Santiagocompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó

Citas

  • Marlik Mariaudcompartió una citahace 2 años
    Al fin y al cabo éramos casi perfectos. Es como cuando alguien te acaricia siempre en el mismo lugar, digamos, el brazo. Al principio te en canta, después te empieza a irritar pero lo aguantás porque el que te acaricia tiene buenas intenciones, hasta que la piel directamente te duele y la sentís en carne viva y se torna insoportable y pedís que por favor dejen de darte cariño de esa manera tan insistente y automática.
  • Marlik Mariaudcompartió una citahace 2 años
    A la noche por fin me veo a mí misma con la nitidez que siempre me dio la negrura.
  • Marlik Mariaudcompartió una citahace 2 años
    El día del entierro fue gris y lluvioso como tienen que ser los entierros para que no sean tan tristes. El sol es impiadoso y te re cuerda que la vida tiene que continuar, el sol no entiende, te juzga; estar triste con sol es doblemente triste.

En las estanterías

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