La educación inclusiva es un proceso que permite tener debidamente en cuenta la diversidad de las necesidades de todos –niños, jóvenes y adultos– a través de una mayor participación en el aprendizaje, las actividades culturales y comunitarias, así como reducir la exclusión de la esfera de la enseñanza y dentro de esta (pág. 6).
De ambas definiciones se extraen las siguientes conclusiones: hablar de educación inclusiva en la educación, incluyendo, claro está, la educación superior, es hablar de presencia, participación y logros de todas las personas, poniendo el énfasis en los más vulnerables; es hablar de no excluir en la educación y desde la educación; es hablar de transformación para garantizar la calidad en la educación.
La educación inclusiva está basada en un modelo de apoyos, de calidad de vida, y es un enfoque de los derechos humanos. Hablar de educación inclusiva en la Universidad es hablar, por lo tanto, de eliminar barreras, de garantizar los apoyos y los ajustes necesarios para que todas las personas puedan estar presentes participando y obteniendo logros en la educación superior.