Una fábula que ausculta lo cotidiano con la precisión de un entomólogo melancólico; una invitación a mirar desde otro lugar, a reconocernos en lo ajeno.
El matrimonio Friseal, ambos de mediana edad, lleva una vida tranquila y felizmente rutinaria. Pero toda la paz edificada tras el gran ventanal de su chalet convulsiona un viernes 25 de noviembre, cuando el señor Friseal no regresa de un viaje. No hay explicación posible. Su búsqueda, vivo o muerto, no da el menor resultado. Es entonces cuando la señora Friseal se encuentra ante una encrucijada: ¿debe continuar indagando en la desaparición o, tal vez, afrontar un abandono? Lo que no sabe es que su marido sigue allí, observando, mucho más cerca de lo que puede imaginar.