A S. A.
Te amaba, por eso a mis manos traje aquellas oleadas de hombres
y en los cielos tracé mi deseo con estrellas
Para ganar tu libertad, alcé una casa sobre siete pilares,
que tus ojos pudieran alumbrar por mí
Cuando llegáramos.
La muerte pareció sometérseme en la ruta, hasta acercarnos
y verte yo a la espera:
Yal sonreírme tú, llena de miserable envidia se me adelantó
para llevarte:
A su quietud suprema.
Amor, exhausto, buscando a tientas tu cuerpo, magro premio
nuestro de un instante
Antes que la blanda mano de la tierra palpara tu forma,
y los ciegos gusanos engordaran sorbiendo
Tu sustancia.
Las gentes me pidieron que elevara nuestra obra,
inviolada mansión, en tu recuerdo.
Pero, para hacer de ti digno monumento, lo rompí, inacabado;
y ahora esos pequeños seres bullen y preparan
su nido en la herida sombra
De tu don.