T.E. Lawrence

Los Siete Pilares De La Sabiduría

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Thomas Edward Lawrence, también conocido como Lawrence de Arabia, relata su experiencia militar y humana durante la Primera Guerra Mundial en la contienda que enfrenta a británicos, franceses y árabes contra turcos y alemanes en Oriente Medio. Crónica de guerra, libro iniciático y cuaderno de bitácora de un profundo conocedor del desierto, Los siete pilares de la sabiduría narra la historia del levantamiento árabe y muestra cómo un inglés educado en Oxford y más inclinado a las letras que a las armas puede convertirse por los azares de la guerra en héroe popular y líder guerrillero. Thomas Edward Lawrence nació en 1888 y estudió Historia y Lenguas Clásicas. Adscrito por el Mando Británico como asesor del Jerife de la Meca, Lawrence se identificó muy pronto con el movimiento árabe y pasó casi dos años en el desierto saboteando ferrocarriles, hostigando a los turcos y sitiando sus principales enclaves. En octubre de 1918 entró victorioso en Damasco. Posteriormente, ya un auténtico mito pero decepcionado por una paz que juzgaba injusta, se enroló como soldado raso y cambió su nombre por el de T.E. Shaw. Murió en un accidente en 1935.
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1.074 páginas impresas
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Citas

  • Diego Ospinacompartió una citahace 3 años
    A S. A.

    Te amaba, por eso a mis manos traje aquellas oleadas de hombres

    y en los cielos tracé mi deseo con estrellas

    Para ganar tu libertad, alcé una casa sobre siete pilares,

    que tus ojos pudieran alumbrar por mí

    Cuando llegáramos.

    La muerte pareció sometérseme en la ruta, hasta acercarnos

    y verte yo a la espera:

    Yal sonreírme tú, llena de miserable envidia se me adelantó

    para llevarte:

    A su quietud suprema.

    Amor, exhausto, buscando a tientas tu cuerpo, magro premio

    nuestro de un instante

    Antes que la blanda mano de la tierra palpara tu forma,

    y los ciegos gusanos engordaran sorbiendo

    Tu sustancia.

    Las gentes me pidieron que elevara nuestra obra,

    inviolada mansión, en tu recuerdo.

    Pero, para hacer de ti digno monumento, lo rompí, inacabado;

    y ahora esos pequeños seres bullen y preparan

    su nido en la herida sombra

    De tu don.
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