Libros
John Steinbeck

Viajes con Charley

«Mi plan era claro, conciso y razonable, creo yo. He viajado por diversas partes del mundo durante muchos años. En Estados Unidos vivo en Nueva York, o me voy a Chicago o a San Francisco. Pero Nueva York no es más los Estados Unidos de lo que París es Francia o Londres es Inglaterra.Así que descubrí que no conocía mi propio país. Yo, un escritor estadounidense, que escribía sobre Estados Unidos, estaba trabajando de memoria, y la memoria es, en el mejor de los casos, un depósito defectuoso y deformado.
No había oído el habla del país, ni olido la hierba ni los árboles ni las alcantarillas, ni visto sus cerros ni sus aguas, ni su color ni la calidad de su luz. Sabía de los cambios sólo por los libros y los periódicos. Pero, aparte de eso, llevaba veinticinco años sin sentir el país.»
En 1960, Steinbeck, acompañado por su perro Charley, recorrió más de 16.000 kilómetros a lo largo de treinta y cuatro estados a bordo de su autocaravana Rocinante. Durante el viaje conversó con camioneros y campesinos, sintiendo los miedos y las esperanzas de sus compatriotas. Este delicioso libro, que llegó a ser Número Uno en ventas en su país, fue publicado poco antes de recibir el Premio Nobel en 1962.
«Pura delicia; un maravilloso viaje por Estados Unidos en el que Steinbeck estudia nuestros paisajes y también a sí mismo, analizando las dificultades emocionales de hacerse viejo.» The New York Times Book Review
292 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2014
Año de publicación
2014
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Opiniones

  • Dianela Villicaña Denacompartió su opiniónhace 3 años
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    🐼Adorable

Citas

  • Bryan Hernándezcompartió una citahace 6 meses
    Pensé que podría escribir un poco en ruta, quizás ensayos, probablemente notas y con seguridad cartas. Llevé cuartillas, papel carbón, máquina de escribir, lápices, cuadernos. Y no solo eso, sino también diccionarios, una pequeña enciclopedia y una docena de libros de consulta más, bastante gruesos. Creo que nuestra capacidad de autoengaño es ilimitada. Sabía muy bien que raras veces tomo notas, y que si lo hago, o las pierdo o no puedo leerlas después. Sabía también, con treinta años de profesión, que no puedo escribir en el calor del momento. Tiene que fermentar. He de hacer lo que un amigo llama «darle vueltas» un tiempo hasta que baje
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    cómo puedes explicar que Charley supiese también que se había acabado? Él al menos no es ningún soñador, ningún acuñador de estados de ánimo. Se ponía a dormir con la cabeza en mi regazo, no miraba nunca por la ventanilla, no dijo «Ftt» ni una sola vez, nunca me instó a parar en una zona de aparcamiento. Realizaba sus tareas como un sonámbulo, desdeñó hileras completas de cubos de basura. Si eso no demuestra la veracidad de mi afirmación, nada puede hacerlo
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 años
    Mi propio viaje empezó mucho antes de que me pusiera en marcha, y acabó antes de que regresara. Sé exactamente dónde y cuándo terminó. Cerca de Abingdon, en la «pata de perro»18 de Virginia, a las cuatro de una tarde de viento, sin un aviso ni una despedida ni un no molestes más, mi viaje acabó y me dejó empantanado lejos de casa. Intenté llamarlo otra vez, alcanzarlo... una pretensión estúpida y sin esperanza, porque estaba ya definitiva e irremisiblemente acabado y concluido. La carretera se convirtió en una cinta pétrea infinita, las montañas en obstáculos, los árboles en borrones verdes, la gente en meras figuras móviles con cabeza pero sin rostro. Toda la comida a lo largo del camino sabía a sopa, hasta la propia sopa. Ya no hacía la cama. Me metía en ella a dar una cabezada a intervalos largos e irregulares. Tenía la cocina apagada y se me llenó de moho una barra de pan en el aparador. Rodaban los kilómetros por debajo de mí sin que me diese cuenta. Sabía que hacía frío, pero no lo sentía; sé que el paisaje tenía que ser espléndido, pero no lo vi. Atravesé a ciegas Virginia

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