nada es realmente mío, todo lo debo. Mi deuda es con las mujeres que me cuidaron, que me educaron, que me dieron lenguaje y materialidades, las que teorizaron los conceptos que hoy tomo en préstamo, las que idearon, las que traman, las que luchan, las que no escriben porque sus búsquedas son de otro tipo, las madres rastreadoras y sus hijas que no han vuelto a casa.