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Herman Melville

Moby Dick

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Moby Dick, la novela que William Faulkner hubiera querido escribir, ha alcanzado el reconocimiento y el elogio constante que merece una construcción narrativa impecable. La lucha del capitán Ahab, su terrible obsesión y la mítica persecución de la enorme ballena han traspasado fronteras, consiguiendo así la indiscutible categoría de obra maestra de la literatura universal. «Moby Dick es el paradigma novelístico de lo sublime: un logro fuera de lo común». HAROLD BLOOM.
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820 páginas impresas
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Opiniones

  • Añita Piñacompartió su opiniónhace 3 meses
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Citas

  • Añita Piñacompartió una citahace 4 meses
    Los tripulantes del bote, fascinados, permanecieron inmóviles. Después se volvieron. ¡La nave! ¡Dios santo, dónde estaba la nave! Pronto, a través de una bruma confusa y enajenante, vieron su espectro inclinado que se desvanecía, como en los vapores del hada Morgana, asomando apenas los topes entre las olas. Los arponeros paganos, fijos en sus puestos antes tan altos, por obstinación o por fidelidad a su destino, mantenían las guardias hundiéndose en el mar. Entonces círculos concéntricos atraparon también al bote solitario, a cada hombre, a cada remo fluctuante, a cada palo, y haciendo girar en el mismo vórtice las cosas vivas junto a las inanimadas, se llevaron hasta el último resto del Pequod.
  • Añita Piñacompartió una citahace 4 meses
    Arrojó el arpón. La ballena herida saltó adelante; la línea se desenrolló con rapidez de llama, pero se atascó. Ahab se inclinó para soltarla, y la desprendió. Pero una de sus vueltas lo atrapó por el cuello y sin que pudiera decir una sola palabra, como los turcos sin voz estrangulan a su víctima, Ahab fue despedido del bote antes de que la tripulación lo advirtiera. Un instante después, la pesada gaza que remataba la cuerda voló de la cuba vacía, derribó a un remero y castigando el mar, desapareció en las profundidades.
  • Añita Piñacompartió una citahace 4 meses
    —Volveré mi espalda al sol. ¡Vamos, Tashtego! ¡Hazme oír tu martillo! ¡Oh, mis tres chapiteles indomables! ¡Oh, quilla intacta, oh casco que sólo un dios ha maltratado! ¡Oh, firme cubierta! ¡Oh, altiva barra, proa dirigida al cielo, nave gloriosa hasta la muerte! ¿Tendrás que morir apartada de mí? ¿Se me niega el último orgullo del capitán náufrago más despreciable? ¡Ah, una muerte solitaria, después de una vida solitaria! ¡Ahora siento que mi mayor grandeza está en mi mayor dolor! ¡Acudid desde los confines más remotos, olas audaces de toda mi vida pasada! ¡Formad la ola inmensa y única de mi muerte! ¡Me precipito hacia ti, ballena, que todo lo destruyes sin vencer! Lucho contigo hasta el último instante; desde el centro del infierno te atravieso; en nombre del odio, vomito mi último hálito sobre ti. ¡Húndanse todos los ataúdes, todas las carrozas fúnebres en un foso común! ¡Y puesto que ni el uno ni el otro pueden ser míos, quiero ser remolcado en pedazos para seguir persiguiéndote atado a tu cuerpo, maldita ballena! ¡Así entrego mi lanza!
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